El ladrón de woks
Li Xau dormía cada noche en un castillo de cartón de marca blanca. Aunque cuentan sus vecinos que a veces lo hacía bajo cartones con el logotipo de unos grandes almacenes.
Había noches en las que lloraba. Anhelaba su vida en China cuando era ladrón de woks y se quería.
Había noches en las que lloraba. Anhelaba su vida en China cuando era ladrón de woks y se quería.
Imagino todo lo que tuvo que luchar Li Xau para conseguir ver realizado un sueño que terminó convirtiéndose en una pesadilla. Un relato que da que pensar. ¡Enhorabuena!
ResponderEliminarFina
Sí... Podría ser la historia de cualquier inmigrante sin suerte que termina en las calles... Es una adaptación de un relato más extenso. Aquí tienes, por si quieres conocer más a fondo la historia de Li Xau.
ResponderEliminarGracias, Fina!
Li Xau dormía cada noche en un castillo de cartón de marca blanca. Aunque cuentan sus vecinos que a veces lo hacía bajo cartones con el logotipo de unos grandes almacenes de la Gran Manzana.
Cuando despertaba se hurgaba la nariz con la larga uña del dedo anular. El índice, más corto de nacimiento, lo usaba para rascarse las picaduras de las pulgas y la superloto.
Los pasillos de su hogar estaban esculpidos a escaparates. Se quedaba embelesado ante ellos hasta que su mirada se cruzaba a través del cristal con la del encargado de la tienda, que sin palabras le gritaba:
- “¡Vete a otra avenida, nos ahuyentas a la clientela!”-.
Cada tarde pasaba por la librería de la 33. La puerta estaba siempre abierta. Dejaba las bolsas de plástico en el suelo y se balanceaba bajo el umbral hasta alcanzar con sus ojos ligeramente achinados la estantería de libros de cocina asiática. Contemplando las portadas, repletas de canastos de bambú a rebosar de arroz y noodles, se sentía más cerca de casa.
Pero había noches en las que el pequeño vagabundo oriental lloraba. Anhelaba su vida en China, cuando era ladrón de woks y se quería.
Gracias a ti, María, por haberme dado la oportunidad de conocer la versión extendida.
EliminarSólo quien es o en alguna ocasión ha sido inmigrante (ya sea por un motivo o por otro) sabe lo que cuesta dejar atrás su tierra y más si el destino es un lugar con una cultura tan diferente. Si a eso le sumamos un resultado que dista bastante de lo soñado... Lo dicho, una historia que da que pensar.
Un saludo.
Fina
Conocí a pulsera rosa de bodevil en una fiesta susurrando sonidos en oído ajeno, mientras su mirada gritaba silencios de pasión, En sus manos goteaba lejano el aliento de sentirse amada ...
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