La deuda
Al morir, un hombre que había vivido en santidad notó con sorpresa cómo su alma descendía al infierno. "No te quejes —le reprendió el Diablo cuando llegó allí—: has dado tu vida por los demás y salvado muchas almas pecadoras. Es justo que yo ahora reclame lo que me pertenece".
¡Muy agudo! Enhorabuena.
ResponderEliminarMe ha gustado la historia.He disfrutado al leerla.
ResponderEliminarSoledad, María del Carmen: gracias por vuestros comentarios; si os ha gustado, me doy por satisfecho.
ResponderEliminarSi el Diablo se dio por satisfecho es porque salió ganando: donde se ponga la calidad, que se quite la cantidad. ¡Muy bueno!
ResponderEliminarFina
Fina: me alegro de que lo hayas disfrutado. Gracias por tu comentario.
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