Sin control
Agarrado a la firme barandilla a duras penas conseguía mantenerse erguido. Intentaba recuperar la compostura, pero sus pies ya no acataban las débiles órdenes de su cabeza. Su estómago centrifugaba locamente en un programa enérgico y mientras sus ojos huían de la terrible hostilidad del sol, logró balbucear: ¡maldito crucero!
En una agencia de viajes te han dado alguna vez gato por liebre, ¿a que sí? (je, je, je). Es broma, María Jesús. Lo que no es ninguna broma es que eres toda una experta en microrrelatos. ¡Bravo!
ResponderEliminarUn abrazo.
Fina
Por fortuna no soy yo la protagonista de esta agitada aventurilla marítima, pero estoy segura de que también me vería en serios apuros si hubiera estado en su pellejo, ¡¡¡yo, que soy muy de tierra adentro...!!! En cualquier caso aconsejo, antes de salir de puerto, consultar el parte meteorológico, ¡por si las moscas! ¡ Aviso a navegantes!
EliminarMuchas gracias, Fina, por tus palabras.
Un abrazo.
A MI COMPAÑERA NO LE GUSTAN LOS CRUCEROS NI LOS BARCOS.
ResponderEliminarSE MAREA.
DESPUES DE LEER ESTO SEGURO QUE SE ARRIESGA.
GRACIAS
GIL HERNANDO DE SANTIAGO
UN BUEN RELATO
La elección de cómo divertirse es libre para cada uno. ¡Buen viaje a tu chica!
ResponderEliminarMe alegro de que te haya gustado.