Antes de tiempo
Aguardas impaciente a que el semáforo cambie y se ponga en verde.
(Cincuenta y cinco, cincuenta y cuatro…)
Los vehículos circulan con la prisa de la escasez de tiempo, con la premura de llegar a un lugar donde, pudiera ser, nadie espera.
(Quince, catorce…)
Alguien inesperadamente te empuja y caes.
(Cincuenta y cinco, cincuenta y cuatro…)
Los vehículos circulan con la prisa de la escasez de tiempo, con la premura de llegar a un lugar donde, pudiera ser, nadie espera.
(Quince, catorce…)
Alguien inesperadamente te empuja y caes.
Los peligros de las ciudades, de esas prisas que no podemos quitarnos de encima, que nos hacen implacables.
ResponderEliminarDos saludos, José Antonio, uno para ti y otra para este nuevo "niño" que acabas de sacar a la luz.
Tu lectura es totalmente acertada, Ángel, pero hay otra más que no sé si llegaste a pensar: ese 'alguien' llevaba intenciones nada claras, aunque no sabemos si las consiguió finalmente.
EliminarGracias por tu comentario, como siempre animoso.
Un saludo también para ti de mi parte y de mi nuevo 'niño' (¡JAJAJAJA!).
¡Vaya, qué mala suerte!, de nada le sirvió toda su prudencia y cautela. Cuando ya quedaba tan poco para que terminara el ciclo de espera un desaprensivo se le lleva por delante (o mejor dicho por detrás). Y es que hay que tener ojos hasta en el cogote, por si atacan por la retaguardia…
ResponderEliminarPara ti un “me gusta”, por tu prudencia y cordura semafórica.
Un saludo, José Antonio.
MJR.
A lo mejor la suerte no tuvo nada que ver, María Jesús, que el 'desaprensivo' atacó con intención insana. ¿Motivos? Tal vez los tenía o tal vez no. Su actuación pudo deberse a, simplemente, un ataque de aburrimiento, que hay gente 'mu' loca por esos mundos de Dios. Y en las ciudades grandes, si me apuras, más que en otros lugares. :o
EliminarMe ha hecho gracia lo de mi 'prudencia y cordura semafórica'.
¿Y el nuevo tuyo, para cuándo?
Un saludo.
Yo creo que la intención de quien le empuja no es mala; solo quiere enseñarle algo: "Tanta prisa para nada, ¿ves?" Lo que pasa es que la manera quizá no sea la mejor.
ResponderEliminarSaludos, José Antonio.
Mi intención era hacer ver que por ahí andan sueltos personajes cuyo corazón es negro como la muerte. O como ya he comentado antes, quizás tenía motivos para atacar por la espalda e 'inesperadamente' (sobre todo para el atacado). No obstante, tienes mucha razón; la prisa no sirve para nada. Total, hay un momento en nuestra vida al que llegamos, nos guste o no.
EliminarGracias por tu comentario (y por tus relatos).
Saludos.
Un excelente retrato de esas prisas que, sin duda, representan uno de nuestros mayores enemigos en esta desenfrenada sociedad en la que nos ha tocado vivir. Y no será porque no sabemos que debemos tomarnos la vida sin prisas, aunque sin pausas, no sea que lo que tenga que llegar llegue antes de tiempo. ¡Bravo! Un saludo, José Antonio.
ResponderEliminarFina
Gracias por tus palabras, Fina. Efectivamente, como dices bien, vivimos en un mundo sin control ni freno. ¿De qué nos sirve andar apresurados si todos tenemos, afortunadamente desconocido, un momento al que llegaremos, más pronto o más tarde, queramos o no?
EliminarTe digo como a los anteriores comentaristas: tu lectura (y la suya) es plenamente válida. Pero hay otra, más oscura e inquietante de la que no conocemos ni motivos ni resultados (y mejor así, ¿no te parece?).
Un saludo y estoy a la espera de leer pronto una historia tuya. ;)