Grietas
La niña pelirroja quedó rezagada del grupo. Enseguida encontró con qué entretenerse. Se subió a un taburete y con la uña rasgó por la esquina inferior el cuadro del ibón en el Pirineo. Cuando el museo cerró las puertas, en una de las salas el agua medía ya un palmo.
Muy bueno, en mi salita el agua brota desde las entradas del portátil y no veas lo precioso que es bucear en tu propio salón.
ResponderEliminarGracias por comentar lorenzodrubio.
EliminarMenos mal que sabes bucear si no, igual no sería tan precioso, jeje
Un saludo indio
Mitakuye oyasin
David, un microrrelato de realismo mágico, que me ha recordado a uno de los Cuentos Peregrinos de García Márquez. Y es que para la fantasía no siempre estamos preparados.
ResponderEliminarBuen micro.
Abrazos.
Gracias Nicolás por comentar.
ResponderEliminarRepasaré los cuentos del maestro.
Ya te di la Enhorabuena por tus últimos éxitos ¿verdad?
Un saludo indio
Mitakuye oyasin
A eso se le llama arte realista, en tres dimensiones, además. Qué peligro tienen las niñas pelirrojas.
ResponderEliminarUn saludo.
Gracias Ángel por comentar.
ResponderEliminarEs que las pelirrojas a mi me da que son niñas traviesas, jiji ¿Alguna por aquí?
Un saludo indio
Mitakuye oyasin
Traviesa niña pelirroja... Espero que no se llegue a vaciar el ibón, por el museo y por el mismo ibón...
ResponderEliminarSaludos
Gracias Juan por comentar.
EliminarVaya peligro que tiene esta niña, la ha podido liar parda, jajaja
Un saludo indio
Mitakuye oyasin
Me parece precioso, David. Tiene que ser un gustazo rasgar ese cuadro para liberar el agua. Lástima no ser ya una niña...
ResponderEliminarSuerte y beso!
Bea
Gracias Bea por comentar.
EliminarQuizá si soñamos como niños podamos hacerlo...jeje
Un saludo indio
Mitakuye oyasin