Una duda razonable
Navegaba constantemente en un mar de dudas; siempre inseguro, vacilaba ante cualquier situación. Si por fin tomaba una decisión volvía a echarse atrás para disponer lo contrario.
Fugitivo de su angustia, decidió quitarse de en medio.
Mientras hería sus venas el arrepentimiento se extravió en los límites de su consciencia.
Fugitivo de su angustia, decidió quitarse de en medio.
Mientras hería sus venas el arrepentimiento se extravió en los límites de su consciencia.
Parece mentira que uno no llegue a conocerse a sí mismo...
ResponderEliminarMe complace ver cómo sigues imparable derrochando talento, María Jesús.
Un abrazo.
Fina
Como siempre, impresionante. Me tienes anonadado. Un beso amiga.
ResponderEliminarMuchas gracias, "anónimo amigo". Espero que te repongas pronto de la impresión, vendrán más...
EliminarOtro beso para ti.
Me temo que este personaje se conocía muy bien a sí mismo, o tal vez no, no sé… me entra la duda…. Je, je, je, es broma.
ResponderEliminarMi agradecimiento, Fina, por tu comentario tan alentador; creo que has sido demasiado generosa.
Un fuerte abrazo.
Buen relato, María Jesús. Más que redondo, esférico.
ResponderEliminarFelicidades
Muchas gracias, Notincgas, por tu geométrica y animosa opinión.
EliminarSaludos.
Yo, por mi parte, y sin ninguna duda, ni razonable ni lo contrario, me descubro ante esta microhistoria cargada de profundidad. Y, tampoco sin arrepentimiento alguno, va un 'Me gusta'.
ResponderEliminarSuerte, María Jesús, y un fuerte abrazo.
Pues yo, no quisiera hacer honor a mi relato, pero tengo la manía de poner en duda casi todo. De lo que no dudo es de la sinceridad de tus palabras y por eso me alegro un montón de que te haya gustado. Suerte, José Antonio, para ti también y otro fuerte abrazo.
ResponderEliminarUn eterno indeciso, que para una vez que elige un camino opta por el más incorrecto y sin vuelta atrás. Aunque, por otro lado, es la única manera que probablemente tenía para salir de ese bucle de tormento eterno.
ResponderEliminarUn saludo.
Creo que es esa magnífica última frase la que le da a tú relato la dimensión de sobresaliente. Me ha hecho imaginar a ese arrepentimiento extraviado y a su primera determinación, algo perdida también, encontrarse por ahí e ingresar juntos en el reino de la inconsciencia. Enhorabuena, Mª Jesús.
ResponderEliminarSaludos.
Sin duda alguna que confluyeron en algún punto entre la razón y el desvanecimiento definitivo. Muchas gracias, Enrique, por tu alentador comentario.
EliminarUn saludo.
Indudablemente no optó por la manera más acertada de poner fin a sus incertidumbres, eligió equivocadamente, pero lo peor es que no tuvo tiempo de rectificar; hay decisiones que no admiten impugnación. :-(
ResponderEliminarGracias por tu comentario, Ángel. Un saludo.
María Jesús