Afortunada
Acostumbraba a que me limpiasen los zapatos. Me senté comodamente.
—Por favor.
Vestía minifalda negra y blusa roja.
—Podría cambiarse de zapatos diez veces al día —me dijo. Me miró a los ojos. Sonreía.
Después volví con minifalda roja y blusa negra.
—Por favor.
Me sentí afortunada con aquella sonrisa.
—Por favor.
Vestía minifalda negra y blusa roja.
—Podría cambiarse de zapatos diez veces al día —me dijo. Me miró a los ojos. Sonreía.
Después volví con minifalda roja y blusa negra.
—Por favor.
Me sentí afortunada con aquella sonrisa.
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