La magia de mamá
Mamá está sola, aunque no deja de darnos hasta lo que no tiene a mí y a mis hermanas. No sé cómo lo ha hecho, pero ha pagado la matrícula de mi universidad. Llora y ríe cuando se relaja. Hay un hueco en su dedo donde antes estaba su alianza.
Un homenaje a las madres que estarían dispuestas a cualquier sufrimiento, a desprenderse de cualquier cosa para nuestra felicidad y bienestar. Quizá no sean todas, pero por fortuna son una mayoría.
ResponderEliminarEstupendo relato, en tu línea.
Saludos
Jesús
Es una verdad incuestionable, la mayoría de las madres son así. Llegados a este punto, me pregunto si los padres también. Yo quiero pensar que algunos sí, o al menos, lo intentamos
EliminarGracias
Saludos
¡¿Qué no haría una madre por sus hijos sin esperar nada a cambio?! Yo no soy madre, pero tengo a la mía que, desde hace unos años, es mi "bebé". Excelente relato y magnífico homenaje.
ResponderEliminarUn saludo.
Fina
Ya sabes aquello, quizá algo manido, pero no menos cierto de "dar mucho y pedir poco". Los padres también tienen su papel, pero no tiene ni de lejos el mismo halo.
EliminarMuchas gracias, Fina.
Un saludo
Yo lo dí todo por mi hijo y ahora lo daría por mis nietos. Ojalá viva para poder ayudar a mis bisnietos, que, seguramente serán los verdaderos necesitados. No hay más que mirar a nuestro alrededor.
ResponderEliminarClaro que sí, Santiago, si se tienen hijos es para darlo todo por ellos, no como alguno, que no les hacen más caso del que harían a una maceta.
EliminarPor desgracia, también tienes razón en que parece que vamos hacia atrás, hasta el punto de que los abuelos tengan que asistir a sus nietos. Esperemos que cambien la tendencia.
Gracias por pasarte por aquí. Un saludo
Eso es una madre, y ¿el padre? Todo apunta a que ha hecho lo que debía.
ResponderEliminarNo se dice, Lorenzo, pero de alguna forma quizá se entiende que está ella sola, viuda probablemente, con el único vínculo hacia su desaparecido compañero que esa alianza que no duda en sacrificar por pagar una matrícula. Llevas razón en que hay padres igual de abnegados, aunque, en general, se les reconozca menos.
EliminarUn abrazo
Qué me vas a contar, Angel ;-) de eso entendemos mucho las mamis.
ResponderEliminarUn abrazo y de nuevo, te felicito por tu triunfo.
Qué sería del mundo sin vosotras, Rosy.
EliminarGracias por pasarte por aquí.
Abrazos
Bonito homenaje, buen relato. Te dejo un me gusta y mi felicitación por tu triunfo de este mes.
ResponderEliminarSaludos.
Gracias, Beto. Lo importante es que no se nos terminen las ganas y la oportunidad de escribir y que nos leamos.
ResponderEliminarSaludos
En ese dedo desnudo, a mi parecer, radica la fuerza del relato. Yo apuesto por que es viuda; de otro modo ese desprendimiento perdería gran parte de su valor.
ResponderEliminarEnhorabuena, Ángel; sabes tocar la fibra.
Saludos.
Tienes razón, Enrique, ese anillo no es un simple aro dorado, tiene un valor intangible que esa mujer no duda en sacrificar por el bien de su descendencia.
EliminarGracias y un saludo
En primer lugar, felicitarte, Ángel, por tu nuevo relato ganador.
ResponderEliminarDe este, permíteme que lo resuma en una única frase que no por manida deja de ser verdad: ¡Madre, no hay más que una!
Los padres somos importantes, pero las madres son... fundamentales.
Un abrazo y nos seguimos periódicamente leyendo.
Padres importantes y madres fundamentales, lo has definido perfectamente.
ResponderEliminarGracias José Antonio.
Un abrazo.
Ay, cuántos dramas estamos viviendo y hay que saber contarlos, como tú con tu entrañable maestría.
ResponderEliminarUn abrazo, Ángel.
Quizá soy un poco cuentista, pero tú si que sabes contar bien, hasta con números.
EliminarUn abrazo, campeona
50 palabras que resumen con habilidad todo un sacrificio. Me ha gustado mucho Angel, suerte!!! :)
ResponderEliminarAgradezco mucho que hayas sacado un huequito para leerme y espero que no haberte robado tiempo para escribir, pues ya sabes que yo disfruto mucho leyéndote a ti.
EliminarUn abrazo
Espléndida narración, hacer cómplice al lector. Bravo, Ángel.
ResponderEliminarGracias, Verònica, por tus palabras, que de una u otra forma siempre me llenan de alegría.
ResponderEliminarUn abrazo
Ángel, lindo homenaje a las madres. No más no me cuadra el hueco en el dedo... ¿? Aunque viniendo de tu pluma, algún sentido tendrá... digo, la palabra hueco, porque se entiende que vendió el aro y ya no lleva. Lo demás, muy bonito, como siempre! Saludos! María Ordóñez.
ResponderEliminar¿Será huella? María O.
ResponderEliminarSi hemos de ser estrictos, cabría mejor hablar de huella o, más preciso aún, marca. Si he escrito "hueco", ha sido por dos motivos. El primero, para resaltar la sensación de vacío de esta mujer, a la que se entiende viuda, que acaba de desprenderse del último vínculo con su compañero desaparecido. El segundo, yo también llevo alianza de matrimonio, anillo o aro si quieres llamarlo así, y te aseguro que cuando alguna vez me lo quito queda en el dedo un auténtico hueco circular, un surco alrededor que demuestra que mi cuerpo no es el mismo que hace veintiún años (¡cuántos ya!).
EliminarGracias y saludos