Los ojos de Monroe
Me crucé con el vecino cuando este venía de adoptar a un perro. Primero el chucho ladró, luego intentó atacarme. Sostuvimos la mirada unos segundos y pude reconocer en sus ojos los de Monroe mientras le estrangulaba. No tuve más remedio que agasajarlo aquella misma noche con un pastel envenenado.
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