Memorias de un psicópata
Los truenos se dejaban oír esporádicamente, apagando los lamentos cochambrosos de mis familiares. Estaban vivos, pero no por mucho tiempo. Gritaban y sollozaban, sobre todo mi abuela; no sé si sus alaridos venían por el dolor que sufría o por saber quién era el causante de dicho sufrimiento, su nieto.
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