Un mal sueño
Te despiertas sobresaltado, no sin cierta ansiedad. Vas al baño. Te miras en el espejo. Nada en apariencia resulta extraño, salvo esas numerosas gotas de sudor que perlan tu frente y pecho. El agua fría te refresca. Regresas a la cama. A tu lado, inerte, yace el cuerpo de María.
Todo transcurre dentro de la normalidad, como dice el título, no parece haber sido más que "un mal sueño", hasta que al regresar a la cama se comprueba que el objeto de la inquietud estaba más que fundado, dejando abierta la incógnita de si el protagonista habrá tenido algo que ver con ese cuerpo inerte o, simplemente, lo ha intuido su subconsciente mientras dormía.
ResponderEliminarUn texto con angustia medida y broche final que sorprende y sobrecoge, otra perla en circulación en una producción felizmente prolífica.
Un abrazo, José Antonio
¿Y ahora que te escribo yo, Ángel?
EliminarLo dices todo en tu comentario, acertadamente. Que ese comentario además proceda del cuadriganador mensual de esta página, "me llena de orgullo y satisfacción". Lo confieso realmente ( ;D ).
Muchas gracias y abrazo fuerte para ti.
Si el sueño fue malo, la realidad fue atroz. El subconsciente parece que le fue preparando para lo que se iba a encontrar. Benditas pesadillas, cuando sólo se quedan en eso: en malos sueños. ¡Casualidad!, este mes coincidimos ambos en el tema, aunque el mío se perderá por otros derroteros.
ResponderEliminarSuerte y un abrazo, José Antonio.
Estoy deseando leer el tuyo, María Jesús. Seguro que es tan bueno como todos los anteriores.
EliminarLo de la casualidad en la temática de nuestras mutuas historias... A lo mejor tiene un mismo origen: que últimamente no durmamos muy bien (o sí).
Pues nada, que muchas gracias por comentar mi relato y nos seguimos leyendo.
Un abrazo, amiga.
¡Cuánta veces determinadas circunstancias vividas han hecho que deseáramos que fueran tan sólo un mal sueño y que el despertador (ese bendito despertador, nunca mejor dicho) nos arrancara de las garras de una pesadilla!
ResponderEliminar¿Qué puedo decirte, José Antonio, que aún no sepas? ¿Que todo lo que lleva tu firma me encanta? Pero eso también lo sabes, ¿verdad?
Un abrazo.
Fina
Con lectoras tan incondicionales -y amabilísimas- como tú, amiga Fina, uno se anima a darle de vez en cuando (una o dos veces por mes) al teclado y a la imaginación, a ver qué sale. Si lo que sale, además, gusta, pues satisfacción personal y tranquilidad literaria, que tienen ambas su importancia.
EliminarAgradecido por tus palabras que, aunque uno las pueda saber o intuir, siempre son bien recibidas. Y eso tú también lo sabes
.
Abrazos. Y nos leemos.
Perfectamente contado, José Antonio. Lo he vivido como un corto cinematográfico. Angustioso. Sólo espero que su protagonista despierte por segunda vez y prepare café para dos. Enhorabuena y saludos.
ResponderEliminarGracias Enrique por tu amable (y acertado) comentario. No había pensado en la orientación cinematográfica del relato, pero ahora que lo dices... no es ninguna tontería (abundancia de frases cortas, como fotogramas de un cortometraje ¿de cincuenta fotogramas? ;) ).
EliminarSobre la resolución de la historia no me quiero manifestar. La tuya es perfectamente posible y también deseable.
Lo dicho: muchísimas gracias. Nos leemos.
Saludos.