El topo
Por tercer año consecutivo, sacaba el dedo, republicano y enfermo, por el orificio en el suelo junto al cabecero de la cama de su habitación y acariciaba la mano de su mujer, que la dejaba caer pensando en él cada vez que el falangista la visitaba, a cambio de medicinas.
Sólo necesito una palabra: Extraordinario!
ResponderEliminar¡Muchas gracias!
ResponderEliminar¡Muchas gracias! ¡Qué cincuenta palabras más bien aprovechadas!
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