Las manos del destino
Mi amigo Pepe lanzaba los dados con la mano izquierda. Pero era diestro. Salvo en aquellas tensas partidas nocturnas, solo en dos ocasiones le vi prescindir de la derecha. Una fue cuando acuchilló a su hermano. La otra, cuando para su desgracia y la mía le presenté a mi chica.
"Desde aquel mismo día dejé de considerarlo y tratarlo como amigo mío. Nunca se lo dije por temor a recibir una puñalada trapera –dicen que es mortal de necesidad.
ResponderEliminarMi amigo Pepe tenía y tiene muy mal carácter, unos malos prontos, pero era y es un afortunado en el juego."
Perdona, Enrique, no lo he podido evitar... Muy bueno, como ya viene siendo habitual, este nuevo microrrelato tuyo. Tanto que he tenido la necesidad imperiosa de escribir otras cincuenta palabras más que para nada (de hecho no lo consiguen) aspiran a ensombrecer tu historia.
Por tu manera de escribir y porque lo que cuentas siempre causa mi admiración, va un 'Me gusta' y uno de mis saludos más cordiales.
Qué bárbaro, José Antonio. Desde luego no necesitas mucho estímulo para lanzarte, y de qué manera, por cierto. Muchas gracias por todo. Alegra bastante encontrarse con reacciones y comentarios como los tuyos; hacen que merezca la pena estrujarse la cabeza de vez en cuando. Un abrazo.
EliminarEnrique Mochón.
Para ti otro abrazo. Y sin puñalada traicionera. ¡Jajajaja!
EliminarSaludos, Enrique. Nos seguimos leyendo.
Eres un crack José Antonio, has hilado perfectamente.
EliminarBesos.
Malu.
Está claro que al tal Pepe se le fue la cosa de las manos.
ResponderEliminarVa un me gusta, Enrique.
Saludos
Muchas gracias, Notincgas. He preferido dejar la cosa en el aire, pero sí, está claro que muy bien no acabó.
EliminarSaludos.
Enrique Mochón.
Qué miedito, a ese tipo de personas no hay que presentarle las novias.
ResponderEliminarBesos.
Malu.
Ya, y el caso es que en el fondo no era malo. Solo había que saber tratarlo... A mi novia le cayó bastante bien, por cierto.
ResponderEliminarGracias Malu. Besos.