Los alerces
Los alerces, por fin, respiraban tranquilos. Los parásitos que les molestaron durante milenios ya estaban extinguidos. Tan solo dos guerras nucleares y unos cuantos cataclismos hicieron el trabajo.
Y aunque el ambiente estaba enrarecido sabían que con tesón lo recuperarían.
—¡Si lo sé, lo provocamos antes! —decía uno entre ellos.
Y aunque el ambiente estaba enrarecido sabían que con tesón lo recuperarían.
—¡Si lo sé, lo provocamos antes! —decía uno entre ellos.
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