Distancia literaria
Tedioso. Así veía yo el discurrir de la tarde. En un instante, tras sopesar la posibilidad de volver a coger el libro que estaba leyendo (era interesante, pero ¡muy extenso!), o retomar la conversación iniciada en la mañana con mi pareja, comprendí dónde estaba situada mi existencia. Y abrí capítulo.
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