El tonto Simón
Simón empezó siendo el tonto del pueblo y terminó de alcalde tras demostrar su valía como pregonero, conserje y alguacil sucesivamente. Su progresión parecía no tener límites. Quizá por eso nadie se sorprendió cuando lo sacaron esposado del ayuntamiento. Solo era cuestión de tiempo que llegara a pasarse de listo.
Un calco perfecto, Enrique, de lo que nos rodea en cuanto a política local (extensible a otros ámbitos más elevados). Mejor con menos, imposible.
ResponderEliminarVa un 'Me gusta' y mi aplauso.
Un saludo cordial.
Un tonto, que a través de una curiosa evolución rural, termina pasándose de listo. Qué cercano y cotidiano nos suena todo esto.
ResponderEliminarBuen relato, Enrique.
Un saludo
¡Cuántos tenemos a punto de culminar su carrera con las manos entrelazadas. Muy bueno.
ResponderEliminarSuerte.
José Antonio, Ángel, Rafa, muchas gracias por vuestros comentarios. Desgraciadamente, la idea de que quien no se aprovecha es tonto lleva instalada demasiado tiempo entre nosotros, y así no vamos a ninguna parte. El ejemplo que nos da esta gente tampoco ayuda mucho, la verdad, pero a ver si entre la justicia y la educación se va arreglando algo la cosa. Justicia y educación... ¿He dicho algo? Me temo que habrá que llamar también al Capitán Trueno.
ResponderEliminarUn abrazo.
Ay, ay, ay ... cuánto "tonto" de este tipo tenemos en este país ...
ResponderEliminarEnrique, muy bueno y muy actual.
Lo de la Justicia y Educación da para muchos "micros", ahí lo dejo ...
Besos.
Malu.
Vaya, Malu, no había visto tu comentario.
EliminarSí que hay tema ahí para muchos relatos, y para unas cuantas tertulias con un café de por medio.
Un beso y muchas gracias.
Enrique.