Felipa Orqueda
Felipa Orqueda vendía sueños en la plaza de abastos, junto a un puesto de verduras y otro de carne de cerdo. Tuvo que cerrar el negocio porque le comían los impuestos y apenas si vendía un sueño o dos al día. Y estaban, además, las demandas por los sueños incumplidos.
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