Metamorfosis
¡Vaya pieza! Siempre había sido diferente al resto. Amaba a los caballos y podía emocionarse con la simple arquitectura de una torre; y en su corazón anidaba un anhelo secreto: quería ser una dama.
Con el convencimiento de conseguirlo, dio un paso al frente y llegó al final del tablero.
Con el convencimiento de conseguirlo, dio un paso al frente y llegó al final del tablero.
Me ha encantado. Buen movimiento. Ojalá consigas un jaque mate.
ResponderEliminarA ver como evoluciona la partida... Celebro que te haya gustado, Soledad. Era una apuesta arriesgada, sólo apta para ajedrecistas. Saludos cordiales.
Eliminar¡Qué bueno! Me gusta mucho. Y a quién no le gusta ser una dama... a veces. jejeje. Un beso
ResponderEliminar¡Luisa! ¡Qué bueno verte por aquí!
EliminarA ver si te animas y nos regalas 50 palabras algún día.
Besos y gracias.
Qué grande eres Carles!
ResponderEliminar¡Qué contundente, Miguel! Te digo lo mismo que a Luisa: a ver si sacas a pasear a tu perro por aquí.
ResponderEliminarSaludos
PD. Te echamos a faltar en la cena de despedida.
¡Qué bien descritas las aspiraciones de grandeza de un modesto peón! ¡Buena partida, Notincgas!. Suerte y un saludo.
ResponderEliminarTodos tenemos derecho a soñar, pero también hay que atreverse.
EliminarSaludos cordiales, Mª Jesús.
Muy buena la metáfora. Muy inteligente.
ResponderEliminarSuerte
Bueno, qué cumplido. Ahora no sé qué decir, María Jesús.
EliminarGracias.
Muy bueno, Notincgas. Todo un prodigio de empatía por ese peón tan especial.
ResponderEliminarSaludos.
Sí que se hace querer, sí.
EliminarGracias por tus palabras, Enrique.
Saludos
Si uno no se pone metas que lograr nunca echa a andar. Me gusta ese peón y 'Me gusta' esta microhistoria.
ResponderEliminarSaludos.
Comparto cien por cien tu prop
ResponderEliminarAh! Malditos teclados móviles!!!
EliminarDecía, José Antonio, que comparto plenamente tu machadiana reflexión.
Saludos cordiales