Segundas partes nunca fueron buenas o cómo morir de éxito
"¡Bicho de mierda!". Y algo me alcanzó de pleno. Milagrosamente… sobreviví.
Días después, no sé cómo —desde aquella circunstancia padecí amnesia crónica—, terminé posándome sobre una moteada hoja rayada, momento exacto en que una oronda 'mezzosoprano' cerró con brusquedad su libreto, donde dejaría mi huella indeleble.
Entretanto, el público ovacionaba.
Días después, no sé cómo —desde aquella circunstancia padecí amnesia crónica—, terminé posándome sobre una moteada hoja rayada, momento exacto en que una oronda 'mezzosoprano' cerró con brusquedad su libreto, donde dejaría mi huella indeleble.
Entretanto, el público ovacionaba.
Pero el bicho perduró, pues a pesar de su amnesia y sus restos indelebles en la partitura, pudo oír la ovación e incluso narrarlo. Jejeje! muy divertido!
ResponderEliminarQue conste que era un bicho 'de mierda' y esa especie siempre tuvo ínfulas de querer perdurar en el tiempo, costase lo que costase.
EliminarGracias, Isidro, por tu comentario y me alegra de que te haya resultado simpático: ese era, precisamente, el objetivo de este microrrelato con título, dicho sea de paso, tan largo como la historia narrada. XD
Un saludo.
Hasta un insecto puede soñar con dejar una huella indeleble.
ResponderEliminarUn relato muy simpático, José Antonio.
Un abrazo.
¿Un insecto, Ángel? Un 'bicho de mierda', con toda las letras pero, eso sí, con ganas de perdurar.
EliminarGracias, una vez más, por tu amable comentario y espero haberte arrancado una sonrisa, aunque haya sido leve (como la vida del bichejo).
Un abrazo para ti.
Sin duda, hay un sinfín de historias junto a nosotros dignas de ser contadas, vidas ejemplares a menudo truncadas, por ejemplo, con el enjuague bucal...
ResponderEliminarToda una aventura la vida de tu bichejo, inmortalizado al fin con tus cincuenta palabras y una nota en una partitura. Un abrazo, José Antonio.
Una aventura, Enrique, buscando la gloria para terminar de aquella manera. Al menos dio para cincuenta palabras y un título casi tan largo como el propio microrrelato (eso sí, cumpliendo con las normas de esta web).
EliminarGracias por tu comentario y un fuerte abrazo.
Un divertido drama, José Antonio, con un final muy digno para tan fastidioso bicho.
ResponderEliminarUn saludo.
Gracias, María Jesús, por tu comentario. Y sí, finalmente el bichejo tuvo su recompensa. En dos direcciones además: una amable (la ovación, aunque no fuera para él) y otra, lamentablemente para él, más trágica.
EliminarUn saludo cordial.
Y desde entonces la diva canta una corchea de más, para asombro de los entendidos y satisfacción póstuma del bichejo.
ResponderEliminarMuy bueno José Antonio.
Saludos
Gracias Anna por tu comentario. Indeleble bichejo que formó desde entonces parte de la partitura. Una manera un tanto brusca de perpetuarse.
ResponderEliminarUn saludo.