El último lector
Al último lector lo contrataron para evaluar los libros que se producían en una fábrica. Cada día se sentaba delante de la pantalla, leía la primera página y los enviaba a la papelera por ausencia de retórica. Su jefe empezó a impacientarse con los resultados y él finalmente fue despedido.
Si la retórica es, según la RAE, el arte de bien decir, de hacer que el lenguaje deleite, los autores de esos libros serían aburridos y poco creíbles políticos, no es extraño que terminasen en la papelera. Ese último lector sin duda actuó con coherencia, aún a costa de su puesto.
ResponderEliminarUn saludo
Hola Ángel, Los libros se fabricaban como cualquier otro producto. No había autores Muchas gracias por tu comentario. Me ha gustado mucho.
EliminarTiene cierto soplo mítico eso de "El último lector", María. Me ha gustado.
ResponderEliminarCreo que la retórica tiene muchas connotaciones positivas aunque tambien algunas malas. No es que ese matiz cambie mucho una situación tan apocalíptica, pero me gustaría saber si ese único ejemplar era además malo o si al menos tenía buen gusto.
Un abrazo.
Enrique.
Jeje. Gracias Enrique. Si te soy sincera es el resultado de leer a la vez un libro sobre el discurso y fahrenheit 451 y la quema de los libros. Trataba de crear la ficción de que los libros se producian como cualquier otra cosa. No por el hombre. Por lo q carecían totalmente de ningún juego literario.
EliminarTiene muy buen gusto.
Verdad verdadera. Y así terminaremos si las editoriales siguen empeñadas en considerar los resultados de su labor como un mero producto. Que lo es, resulta evidente; pero también que es algo más. ¿O no?
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario. Si. Ocurre mas aun con la música o no. No lo se. Y por supuesto q es algo más.
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