En comunidad
Entró al portal y advirtió gemidos entre los contadores. Al principio sonrió al imaginarse la escena, pero cuando escuchó su nombre entre jadeos, se indignó y encendió la luz. Allí estaba él disfrutando con la rubia del quinto.
—¡Maldita portera! —se dijo—. Sus chismes me van a arruinar la vida.
—¡Maldita portera! —se dijo—. Sus chismes me van a arruinar la vida.
Es lo que tiene vivir en comunidad, que no hay secretos, me río yo de los portales de Internet, con lo comunicativos que son los de las viviendas. De todas formas, en el fondo, lo de la portera igual es envidia.
ResponderEliminarHay que tener oficio y gracia para motivar una sonrisa.
Un abrazo, Nicolás.
Y Mil y un relatos más como éste, Nicolás!
ResponderEliminar¿Cómo se dice ahora? Ah, sí: "Bueno, no, lo siguiente". Aplausos.
ResponderEliminarGenial, me encanta, lo mire por donde lo mire.
ResponderEliminarUn fuerte aplauso para ti, Nicolás. Suerte.