Rodari & Wilde
Don Juan dejaba buenas propinas: al camarero cortés, unas mangas de seda con las que convertir su humilde chaleco en una levita; al cartero que traía buenas noticias, suelas de caramelo para endulzar sus caminatas; y al ladrón que robó a los banqueros, el corazón de plomo del Príncipe Feliz.
Como no tengo palabras... ¡Guau!!!
ResponderEliminar¡Pues vaya una para quedarse sin palabras!
EliminarUn abrazo grande.
Sí que son buenas propinas, la mejor la última. A ese ladrón con cien años de perdón, además del corazón, habría que erigirle una estatua como la del Príncipe Feliz.
EliminarUna hermosa fábula en cincuenta palabras.
Un saludo
Agradecido por el comentario, Ángel. Celebro que te haya gustado.
EliminarSaludos cordiales,
Extraordinaria pareja la del título, fantasía y realismo combinados (así lo interpreto yo), que sirven de introducción a tu precioso cuento, Notincgas. Mucha suerte y un saludo.
ResponderEliminarEl relato, apreciada Mª Jesús, quería ser un (humilde) tributo a Gianni Rodari, el maestro de la fantasía, como bien apuntas; y a Oscar Wilde, autor de "El Príncipe Feliz", un cuento bonito y lleno de lirismo.
EliminarContento de saludarte.
Me ha gustado, Notincgas; un modo muy poético de ir repartiendo justicia. Supongo que tu Don Juan´llevará consigo también una buena remesa de barbas de chivo y orejas de burro.
ResponderEliminarEnhorabuena y saludos.
Enrique Mochón.
Pues la verdad es que había concebido a Don Juan en positivo, pero me parece una excelente sugerencia la tuya y, quién sabe, a lo mejor le hago regresar un día para imponer algún castigo a quien se lo merezca.
EliminarSaludos cordiales, Enrique.
Bonita historia, bonito homenaje. Dejo un me gusta.
ResponderEliminarSaludos.
Muchas gracias, Beto. Celebro que te haya gustado.
ResponderEliminarSaludos.