Turismo
Con las maletas hechas y la reservación de hotel confirmada, tomó el avión que lo alejaba de su aburrida rutina. Llegó a su destino justo en el momento en que barrían al niño que vive de la basura. Se maravilló con esa ciudad limpia y se dispuso a descansar, tranquilo.
Cual bisturí, tu relato perfora la herida de la indiferencia. Me gusta.
ResponderEliminarSaludos,
Gracias Notingas, por la lectura y el comentario, me alegra que te guste.
EliminarSaludos.
La ciudad se lava la cara para los turistas, hay que ofrecer la apariencia de que todo es belleza y orden, el truco está en dejar en la trastienda, deshumanizadamente, aquello que desentona.
ResponderEliminarUn abrazo, Beto
Muy ciertas tus palabras Ángel, gracias por dejar tu comentario.
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Muy agudo tu relato. Pura realidad.
ResponderEliminarSuerte
La realidad, a veces, es diferente a lo que nuestros ojos ven. Gracias María Jesús por dejar su comentario.
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Vaya, Beto, lo has clavado: dolorosa, certeramente. Esa belleza de folleto turístico tiene un tufillo a mentira y explotación difícilmente soportable. Magnífica idea muy bien resuelta. Me gusta, y mucho.
ResponderEliminarNuestro bienestar y tranquilidad puede representar un alto costo para otros. Gracias Eduardo, es muy acertado tu comentario y me alegra saber que te gusta este micro.
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