El juramento
Lucía le miró con ojos hambrientos desde el centro de la cama. Nacho se vistió lentamente. Se volvió, levantó su mano izquierda, extendió la derecha sobre el Kamasutra que asomaba entre las sábanas revueltas y, con voz solemne y cansada, juró que no tardaría, que solo iba a comprar tabaco.
Hola Luis,
ResponderEliminar¡Vaya que tienen actividad estos dos! Tu obra está muy bien elaborada desde el punto de vista de los cuentos brevísimos.
Saludos.
Óscar Quijada Reyes.
(http://unaspaginasmas.bligoo.com.ve)
De Lucía y Nacho no se puede esperar otra cosa.
EliminarUn saludo, Oscar, y gracias