La mirada
Llevaba en su rostro esa expresión de ternura que pocas veces se ve. Sentada en un banco del parque, acogía en brazos a su recién nacida criatura. Lo decía todo sin palabras: emoción, fragilidad, protección, amor. Su mirada era un grito callado:
—Felicítame, soy la mujer más feliz del mundo.
—Felicítame, soy la mujer más feliz del mundo.
Felicidades por tu felicidad !!
ResponderEliminarEse es el mensaje. Gracias por tu comentario escueto y certero que lo reitera
EliminarQuizá tenga algún mérito escribir una historia en cincuenta palabras, pero lo es más decirlo todo sin ellas, ser capaz de forjar una mirada que es un grito callado.
ResponderEliminarSaludos
Me lo dijo todo ella y fue fácil plasmarlo en el papel. Efectivamente el oxímoron es la clave. Gracias Ángel.
EliminarQuizá el amor maternal sea el más puro de los sentimientos (y al mismo tiempo el más fuerte), y tu lo has plasmado de una manera muy bella.
ResponderEliminarEnhorabuena, Isan.
Saludos.
Gracias Enrique. La historia es real y el mérito es de la madre. A mi me quedó una sensación de envidia porque, como dices, ese sentimiento puede ser el mas puro y fuerte.
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