Las cosas del deber
Cuando te cité en mi despacho para comunicarte que la empresa había decidido prescindir de tus servicios, acerado, hice lo que debía. Recogiste tus pertenencias y te acompañé hasta la puerta.
Cuando después llegué a casa azorado, hiciste lo que debías. Recogí tus lágrimas y me acompañaste hasta la puerta.
Cuando después llegué a casa azorado, hiciste lo que debías. Recogí tus lágrimas y me acompañaste hasta la puerta.
Así de dura es la vida, así que... que cada palo aguante su vela.
ResponderEliminarMe ha gustado, Notincgas, me ha gustado.
Un saludo.
Muy profesional... pero donde las dan las toman. Con sólo 50 palabras dejas intuir una compleja relación profesional-sentimental. Enhorabuena. Besos.
ResponderEliminarQué rencorosa. Fue la empresa, no él.
ResponderEliminarMe gusta. Salu2
Dicen que mezclar trabajo y vida privada no suele ser bueno, aquí esta la muestra. El ser humano difícilmente puede separar sus acciones de sus sentimientos.
ResponderEliminarUn abrazo
Gracias por vuestros comentarios, amigos. Me complace ver que el relato ha suscitado cierto debate en cuanto al tema de fondo. Ciertamente, como alguno habéis apuntado, las relaciones humanas pueden llegar a ser muy complejas.
ResponderEliminarSaludos, besos y abrazos para todos.
Además de compartir todo lo que te han dicho, me gusta el juego de esas dos palabras, tan diferentes y tan parecidas.
ResponderEliminarSaludos, Notincgas.
Enrique Mochón.