Una pérdida de tiempo
En el pasado, al nacer, nos tatuaban la fecha de nuestra muerte. Éramos milimétricamente felices, cada cual distribuía su vida como quería. Tuvo que llegar la Gran Revolución, promovida por aquellos que disponían de menos años, para abolir esa norma. Y ahora, todo el mundo puede, incluso, perder el tiempo.
F-A-B-U-L-O-S-O
ResponderEliminarG-R-A-C-I-A-S S-I-N-C-E-R-A-S
EliminarSi te organizas, llegas a ser milimétricamente feliz. Cuando pierdes el tiempo, aunque luego te arrepientas, lo eres ese rato. Dos concepciones del ser humano, tan dispares como Oriente y Occidente o Norte y sur, Un relato revolucionariamente bueno.
ResponderEliminarUn abrazo, Ignacio
Yo a veces pienso que los vagos de nacimiento lo haríamos mejor con una fecha marcada... O igual lo dejaríamos todo para el final... no sé...
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