Una pregunta

El anciano rechazó el brazo de su acompañante. Comenzaba a llover y gotas como lágrimas alcanzaban las cuencas de sus ojos, vacías de nacimiento. Se apoyó un instante en el muro antes de gritar: ¿ahora qué vais a hacer conmigo? Ninguno de los soldados del pelotón se atrevió a responder.
Escrito por Jerónimo Hernández de Castro

4 comentarios :

  1. Tan cierto como que hay personas en las que se ceba el infortunio, no lo es menos que no existe respuesta para ello, menos van a hacerlo un grupo de soldados, adiestrados para obedecer sin plantearse nada.
    Saludos

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  2. Gracias por tu comentario Ángel. Quizá haya un punto de respeto en los soldados o de miedo ante la entereza del . Un abrazo

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  3. Buen día Jerónimo,
    Muy bien, mantienes un ambiente de tensión por todo el microrrelato.
    Saludos.

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  4. Gracias Óscar si he logrado ese objetivo estoy contento con el relato. Un abrazo

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