Cardiopatía
Me quiere..., no me quiere... Se eternizaba con cada margarita pero nunca quedaba satisfecha. Si resultaba que sí, entonces dudaba de su fidelidad y la consumían los celos. Con un no, la desesperación se apoderaba de su ánimo.
Murió joven; algo de corazón...
Alrededor de su tumba crecían las margaritas.
Escrito por Mª Jesús Rodríguez
Murió joven; algo de corazón...
Alrededor de su tumba crecían las margaritas.
Ohh! de admiración y de qué bonito.
ResponderEliminarSaludos, M.J.
Gracias, Notincgas. Agradezco un montón tus admiraciones.
EliminarUn saludo.
Piel de gallina y no es literal, es real. Te felicito porque no siempre es fácil conseguir que los lectores tengas esas sensaciones.
ResponderEliminarMª Jesús, pero qué bonito!!! Me ha encantado.
Un beso fuerte.
Malu.
Pues me alegro, Malu, de haberte causado tan buenas sensaciones y de haber tocado sensibilidades.
EliminarMuchas gracias. Un beso.
Cincuenta palabras cargadas de romanticismo y sentimiento. Un delicado relato de una delicada y breve existencia. Bonito, Maria Jesús, muy bonito. ¡¡Suerte!!
ResponderEliminarUn saludo.
José Luis
Una breve pero agitada existencia, sin privar de alteraciones a ese delicado corazón. Muchas gracias, JL, por tus comentarios tan amables.
EliminarUn saludo.
Las dudas y el sufrimiento sobre lo que puede suceder, tanto si hacemos como si no hacemos, son una terrible tortura, una indecisión que nos paraliza. Esa pobre protagonista, con esas Margaritas de "sí" y "no" que crecen junto a ella, no podrá descansar ni después de su vida.
ResponderEliminarUna buena mezcla de sencillez y profundidad.
Saludos, María Jesús
Así es, Ángel, pero ¿a que, de alguna manera, todos jugamos en algún momento de nuestra vida con la dichosa margarita? (sea o no la del amor).
EliminarMuchas gracias por tu comentario. Un saludo.
Eterna indecisa. Por lo menos tenía un amor fiel, las flores.
ResponderEliminarPrecioso relato María Jesús.
Salu2
¡Qué cierto, Jose! las flores nunca la abandonaron...
EliminarMe alegra que te haya gustado. Un saludo.
Que bomboncito de relato! uhhhmm me gusta
ResponderEliminar¡Ja, ja, ja! Curiosa calificación para un relato, pero me gusta, me gusta...
EliminarGracias, Burbujita. Saludos.
Mª Jesus ....La inseguridad de los seres humanos...... reflejada de forma sencilla delicada y con muchisima profundidad , te deseo mucha suerte , la mereces . Un admirador profundo ...Enrique
ResponderEliminarEterno conflicto el de la incertidumbre humana, no menos llevado al terreno de los sentimientos.
EliminarMuchas gracias por tus deseos, Enrique.
Un abrazo.
Es claro que la indecisión nos acompañará durante toda la eternidad. Verdaderamente precioso, María Jesús. Un beso. Abilio
ResponderEliminarUna indecisión que la acompañó hasta la tumba... ¿y más allá?
EliminarMe alegro de que te guste, amigo.
Un beso.
En tus cincuenta palabras has condensado las más importantes claves del romanticismo. La última imagen: la tumba de una persona joven, muerta de amor, rodeada de margaritas es casi un icono de aquel movimiento. Me ha encantado, M Jesús. Saludos.
ResponderEliminarEnrique Mochón.
Eso es que algo de ese espíritu del romanticismo anida en mi interior... je, je, je. Pues sí, tienes mucha razón: la desgracia del hombre romántico se hace presente de principio a fin en este micro.
EliminarGracias, Enrique. Me alegra saber que te ha gustado.
Saludos.
Muy bueno, podria titularse el jardin de la insatisfacción. Por todas partes pueden crecer las margaritas.
ResponderEliminarPero ¿quien sabe si sí o si no?
GRACIAS POR TU RELATO
Una insatisfacción que la llevó a la tumba, y allí, como no, estaban sus margaritas, quizás como parte de sí misma...
EliminarGracias a ti, Gil, por comentar. Un saludo.
También dudaba Hamlet ante la calavera.... ¡Ese es el dilema!,
ResponderEliminarPero me gusta dudar, porque eso me recuerda que no soy una máquina.
Me gusta.
Salu2
Y qué bueno es dudar, Isidro, pero claro, sin llegar a lo patológico.
ResponderEliminarPor cierto, confieso que me fascinan las margaritas...
Me encanta que te haya gustado. Un saludo.
Yo, por mi parte, no he tenido que deshojar ninguna margarita (¡pobre flor!) para poder calificar tu relato, María Jesús, de sencillamente emotivo. Con solo cincuenta palabras, las preceptivas, transmites una sensación de amor con un rasgo de tristeza que lo hace aún, si cabe, más hermoso.
ResponderEliminar¡Bravo! Consigues en cada relato emocionarme (y espero que emocionarnos). Sigue así, amiga.
Un beso... y una flor. Y, por supuesto, mi prosaico 'Me gusta'.
Emociones, emociones, eso es lo que encierra este relato: angustia, infidelidad, celos, desesperación o amor... Emociones, en definitiva, lo que mueve al ser humano.
ResponderEliminarMuchas gracias, José Antonio, por tu amable y emocionado comentario.
Otro beso para ti.