De repente, vives
Esta noche he soñado contigo. Volvías de vacaciones, moreno y contento y yo me enfadaba contigo, a la vez que no podía reprimir mi alegría.
¿Por qué no llamaste? Pensábamos que estabas muerto. Y tú te asombrabas y yo te abrazaba y era inmensamente feliz.
Ojalá mañana sueñe lo mismo.
¿Por qué no llamaste? Pensábamos que estabas muerto. Y tú te asombrabas y yo te abrazaba y era inmensamente feliz.
Ojalá mañana sueñe lo mismo.
A veces nuestros deseos se cuelan en nuestros sueños y nos agarramos desesperadamente a ellos, como un consuelo. Un relato tremendamente emotivo, Gemma.
ResponderEliminarMe alegro mucho de encontrarte ya por aquí. Un abrazo.
Has vuelto y lo has hecho por todo lo alto. ¡Felicidades!, Gemma.
ResponderEliminarUn abrazo.
Fina
Llega muy hondo tu relato. Además de estar muy bien trazado hay unas cuantas palabras que lo llenan de fuerza.
ResponderEliminarEnhorabuena, Gemma. Saludos.
¡¡¡Qué bonito!!! Hay que agarrarse fuerte a esos sueños aunque sean lo único que tengamos.
ResponderEliminarBesos.
Malu.
Me ha llegado al fondo por la preciosa manera de contarlo. Los sueños, a veces, son la única expresión de lo imposible.
ResponderEliminar¡Enhorabuena! Un saludo.
¡Qué bello sueño el que nos relatas, Gemma!
ResponderEliminarCreo que yo soñé en cierta ocasión que había una amiga que escribía magníficamente bien y que un día dejó de escribir microrrelatos, aquí en 'Cincuenta palabras'. Menos mal que solo fue un sueño.
¡Bienvenida, aunque nunca te fuiste!
Un fuerte abrazo.