Lección magistral
Aquella fría mañana tocaba hablar sobre las turbulentas relaciones entre Nerón y Séneca. El trabajo le iba bien, no así su vida desde la tragedia de su pequeña con el posterior abandono de Esperanza.
Regresó tarde, preparó un baño caliente y rememoró, en la intimidad, aquella clase matinal de historia.
Regresó tarde, preparó un baño caliente y rememoró, en la intimidad, aquella clase matinal de historia.
Pues ante ese panorama, qué va a hacer, pobre hombre, sino refugiarse en sus clases.
ResponderEliminarSuerte y saludos cordiales.
¡Qué vida más triste le quedaba por delante (o no tanto)! Y eso que en sus clases, al parecer, no tenía elementos subversivos (habituales).
EliminarGracias, Notincgas, por tu comentario.
Saludos.
De acuerdo con Notincgas. Algo hay que tener, y si no se tiene, buscar un refugio.
ResponderEliminarUn saludo, José Antonio
Un baño caliente puede ser ese refugio. Lo malo es que no solo sirva para relajarse sumergido en el agua.
EliminarAgradecido por tus palabras, Ángel. Y un abrazo.
Ese baño caliente... presagia un trágico final, quizás emulando el dramático final de Séneca.
ResponderEliminarMe ha gustado, José Antonio, y mucho.
Un saludo.
Pues me alegro de que te haya gustado, María Jesús. Y eso que este relato no es, precisamente, la alegría de la huerta.
EliminarMuchísimas gracias.
Saludos.
Lecciones magistrales es el atributo que automáticamente asocio con tu nombre, José Antonio.
ResponderEliminarSaludos.
Fina
Exageras, amiga Fina. Y me ruborizas, como si fuese un quinceañero. Pero te confieso que me considero maestro de nada y aprendiz de todo.
EliminarY gracias, como siempre, por tus más que amables palabras.
Saludos.
Sí, también considero que es importante tener otra cara, actividad o faceta donde agarrarse o guarecerse, de lo contrario, además de insípido, puede ser desesperante.
ResponderEliminarI like it
Un abrazo José Antonio
No te falta razón, Isidro.
EliminarGracias por tu comentario y un fuerte abrazo.
Me ha gustado mucho, José Antonio; tanto lo que dices y cómo lo dices, como lo que dejas sin decir. Ese profundo dolor llevado con aparente sosiego parece dar la razón a M Jesús, pero quién sabe. Un fuerte abrazo y mi más sincera enhorabuena por este maduro relato.
ResponderEliminarEnrique.
Por ahí van los sentimientos de este profesor sumido en la derrota vital. Pero no todo le iba mal (recordemos).
EliminarMuchísimas gracias, Enrique, por tus amables palabras. Eso ya sería un consuelo suficiente para mi protagonista. Para mí, desde luego, lo son.
Saludos.
Uffffffff, José Antonio, pobre hombre este profesor ...
ResponderEliminarMuy buen relato, 50 palabras que dicen mucho.
Besos.
Malu.
Cuando algo va mal, la situación siempre puede ir a peor.
EliminarGracias por tu comentario, Malu.
Besos también para ti.