La búsqueda
Se sentía incómodo. Sin trabajo, sin novia, sin amigos, comenzó a preguntarse el sentido de todo aquello. Primero caminó rápido, sin saber a dónde. Después barruntó que el secreto residía en pararse a fluir, así que se sentó en un banco. Atribulado todavía, regresó a casa y encendió la televisión.
Toda búsqueda precisa de alguna técnica, unas requieren desplazamiento; otras, quietud completa. El problema es cuando no se sabe bien qué es lo que hay que buscar.
ResponderEliminarUn abrazo
Creo que se equivocó de camino. Donde ay que buscar es en uno mismo. La television, al menos la actual no te prmite encontrarte.
ResponderEliminarSaludos, despues del encuentro. Ese si que ha sido positivo.
Supongo que es la inercia lo que nos lleva a menudo frente a esa ventana de la que fluye todo, o nada, según se mire (valga la expresión).
ResponderEliminarUn abrazo, Álex.
Ahí está, el protagonista resuelve esa necesidad de búsqueda mediante una distracción resignada. No sabe muy bien qué debe encontrar, por lo que vuelve a un lugar común y acalla esa necesidad (hasta nueva crisis, con toda seguridad).
ResponderEliminarEs triste, pero mucha gente no tiene más salida que esa...
ResponderEliminarUn abrazo Alex, ya nos contarás qué tal el encuentro.
A ver que día Google saca una aplicación para encontrar el Norte.
ResponderEliminarBuen relato, Álex
Saludos cordiales
Creo que muchas personas como el protagonista recurren a la tele para intentar mitigar la sensación de tristeza y soledad. Es lo que comentamos tantas veces, en este mundo tan lleno de artilugios para comunicarnos, cada vez hay más gente sola. Un verdadero contrasentido. Buen relato para la reflexión, Álex. Saludos
ResponderEliminarMuchas gracias por vuestros comentarios, sois muy amables.
ResponderEliminarEl encuentro fue muy bien, Rosy. Colgué una foto en redes sociales: https://twitter.com/50palabras_/status/561583935281696768
¡Muy guapos!, gracias Alex
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