La espera
Aun sabiendo que ella no volvería, le vimos sentarse junto al camino y ponerse a esperar. Desde entonces han pasado algunas primaveras, pero ha sido en esta última cuando hemos descubierto que su dolor había echado raíces y lo había convertido en un rosal, tan hermoso como cargado de espinas.
Precioso, Luisa. Sensibilidad en estado puro.
ResponderEliminarLuisa, las esperas eternas nunca traen nada bueno, por eso ante ello, mejor vivir en movimiento.
ResponderEliminar¡Buen micro!
Gracias por los comentarios. Y me temo, Nicolás, que tanto dolor en movimiento tampoco hubiera traído algo bueno.
ResponderEliminarAlgunos vemos belleza en las rosas, otros en las espinas. Buen micro, dejo un "me gusta".
ResponderEliminarSaludos.
Un dolor que se transforma en rosal, a pesar de las espinas, significa que lo que hubo, mereció la pena, seguro.
ResponderEliminarUn abrazo.
Dura espera sin remedio la de quien sabe que la causa de su atención no volverá, pero la espera habrá servido de algo si ha dado lugar a la belleza de las rosas, pero esta vez protegidas con espinas para no volver a sufrir.
ResponderEliminarUn saludo.