Dulces palabras
Él elaboraba deliciosos dulces y su ridícula mujer competía con almibarados poemillas que publicaba en la revista local.
La rivalidad fue degenerando en envidia solidaria. Un 14 de febrero se intercambiaron regalos. Él le obsequió una tarta contaminada de un amargo rencor. Ella le dedicó sus peores deseos empalagosamente versificados.
La rivalidad fue degenerando en envidia solidaria. Un 14 de febrero se intercambiaron regalos. Él le obsequió una tarta contaminada de un amargo rencor. Ella le dedicó sus peores deseos empalagosamente versificados.
Qué cruel y qué amarga es la envidia a veces Pasamos del amor al odio en un par de cucharadas.
ResponderEliminarSuerte ♣
Hay que ir con cuidado. Las flechas de San Valentín las carga el diablo.
ResponderEliminarSaludos, Mª Jesús.
¡Lo que es capaz de hacer el odio! Aunque realmente quien lo ha hecho fenomenal ha sido Mª Jesús expresándolo con 50 palabras.
ResponderEliminarMe gusta. Saludos.
M. Jesús, me encantan las 50 palabras que has escogido para explicar esa relación matrimonial de amor-odio.
ResponderEliminarUn me gusta y mi enhorabuena.
Saludos.
Pablo.
La envidia, algo muy distinto a la sana rivalidad, nunca trae nada bueno. Los miembros de una pareja saben respetar las virtudes del otro que, a la postre, también les complementan y benefician, incluso presumen de ellas como algo indirectamente propio. Creo que tus dos protagonistas acabarán por superarlo; si el odio hubiese sido más profundo esa tarta habría estado contaminada de un rencor acompañado de alguna sustancia nociva, y no parece el caso.
ResponderEliminarUn saludo
Leyendo tus palabras, María Jesús, creo que me voy a decantar por un bocadillo de chorizo, muy prosaico, lo sé, pero mucho menos empalagoso y algo más picante.
ResponderEliminarUn saludo.
Qué pareja más original.
ResponderEliminarMe ha gustado.
Saludos.
Supongo que sería el último San Valentín juntos. Besitos.. Abilio
ResponderEliminarEspero que la tarta no llevara nada más que ese amargo rencor que citas. Y que el papel con esos deseos versificados fuera solo eso, papel a secas, sin ningún aditamento... Pero ¡qué mala es la envidia! ¡Más entre personas que se supone, en su día, que se quisieron!
ResponderEliminarComo siempre, María Jesús, un espléndido relato y magníficamente narrado.
Un 'Me gusta' (libre de aditivos) y un abrazo sincero y nada empalagoso.
Este micro surge a partir de una curiosa escena de la que fui testigo en una pastelería, mejor dicho, de una conversación (pública) entre el pastelero y su mujer. Aunque lo relatado es fruto de mi imaginación, (que a veces roza lo cómico o lo surrealista) los hechos que lo inspiraron son reales. Ah, el título procede directamente de la esquisitez que el pastelero acababa de hornear: galletitas con forma de letras (deliciosas, por cierto). ;)
ResponderEliminarOs agradezco a todos, Maest, Notincgas, Isidro, Luis, Ángel y Margarita, Abilio, Rosy y José Antonio, vuestros acertados y amables comentarios a esta escena repostero/literaria. Un abrazo.
Corrección:
EliminarDisculpadme el error; quise decir exquisitez.
El desamor aderezado con envidia, rivalidad, rencor, malos deseos... puede ser un receta muy peligrosa, sobre todo si lo dejas macerar un tiempo.
ResponderEliminarTan real como la propia realidad. Tu narrativa, impecable como siempre.
Un abrazo, M. Jesús.
Efectivamente, unos ingredientes que, cocinados a fuego lento, producen el más exquisito de los desprecios. Tiene tanto de surrealista como de real, tú lo has dicho.
EliminarGracias por tus palabras, Enrique. Un abrazo.
Me encanta cuando los relatos están inspirados en historias reales que se han vivido en tercera persona. Cómo vuela la imaginación (la mía por lo menos) y se escriben historias que probablemente están más cerca de la realidad de lo que nosotros creemos.
ResponderEliminarPobres dos, tus protagonistas, que no se soportan y no saben cómo hacerse la vida imposible. Triste realidad de muchísimas parejas que adivino más triste todavía, ya que seguramente no vaya acompañada ni de dulces, ni de poemillas.
Un beso fuerte Mª Jesús.
Malu.
La verdad es que es de agradecer que el azar te ponga ante situaciones curiosas de las que puedes sacar partido (literario), como es el caso. No siempre la imaginación está dispuesta a colaborar y una ayudita externa viene muy bien. En cuanto a la pareja, creo que ambos disfrutaban enormemente de sus respectivas habilidades, pero esa ambición por lo ajeno les perdía.
EliminarGracias, Malu, por tu apreciada aportación.
Un beso grande también para ti.