El país de nunca podré
Retiró el paquete de la ranura del buzón; decidió finalmente ceder al miedo y no enviar el que quizá fuera su mejor relato.
Le gustaba escribir cuentos, pero no aprendió de ellos que cuando alguien deja de creer en las corazonadas muere una ilusión en el país de nunca podré.
Le gustaba escribir cuentos, pero no aprendió de ellos que cuando alguien deja de creer en las corazonadas muere una ilusión en el país de nunca podré.
Real como la vida misma.
ResponderEliminarMe ha parecido un relato redondo.
Me ha encantado.
Gracias y un saludo.
Pablo
Gracias Pablo. Un saludo
EliminarMe siento identificada con lo que cuentas. Estoy en esa fase de dejo de escribir, lo que me sale es horroroso, a nadie le va a gustar, mejor lo borro.
ResponderEliminarSuerte.
Ojalá sólo se aplicara a la hora de escribir. El miedo es el gran parásito de la vida.
EliminarGracias maest.
Nada, nada ... ¿quién dijo miedo? Hay que lanzarse siempre. Está claro que con el paso del tiempo la vida demuestra que lo único de lo que se arrepiente uno es de lo que no hace.
ResponderEliminarUn beso.
Malu.
Si señora, muy cierto. Mejor tener que perdonarse un error que pudrirse en el arrepentimiento.
EliminarUn abrazo.
Menos mal que no ha sido tu caso!!!
ResponderEliminarGracias patricia, por tu ingenioso halago-comentario.
EliminarUn saludo.
¡Que no exista el desaliento!
ResponderEliminarHace unos días leí una frase, no recuerdo quién la dijo o escribió, que más o menos venía en decir que uno falla el cien por cien de las cosas que no intenta. Así que ánimo y a seguir para adelante. Como en esta ocasión.
Un saludo. ¡Ah! Y con él va mi 'Me gusta'.
Gracias por tu 'me gusta' y por tu aliento, josé Antonio.
EliminarNo estoy muy de acuerdo con lo que dices respecto a lo del cien por cien. A veces ocurre que, el mero hecho de intentarlo, ya es un fallo en sí. Ese es el problema: lo que nos rodea es demasiado complejo y nuestro afán por simplificarlo todo, demasiado grande.
Un saludo
Ese país lo conozco demasiado bien, Antonio. Suerte que tú ya no vives en él.
ResponderEliminarUn saludo.
No creas, tengo allí mi residencia de invierno.
EliminarEn ese país todos deberíamos ser forasteros de paso breve. La suerte es que dispone de muchos medios de transporte para salir de él.
Un saludo
Es inevitable que entre muchos intentos se den casos que puedan ser desechables. Nadie crear obra maestras como si fueran churros, algo tienen que tener que las haga únicas. En la fórmula para ello, aparte de inspiración, talento innato y otras cosas, se encuentran esas tentativas previas. Hablando de intentos, Antonio, me alegra verte tan prolífico.
ResponderEliminarUn abrazo
Creo que la clave está en lo que llamas 'tentativas previas'. Casi todo lo que llamamos genialidad no procede de un único momento ni de una única persona. Es un proceso en el que el tiempo y otras personas aportan su parte y el 'genio' lo redondea con su sello.
EliminarProlífico no, lo que pasa es que encontrarse a gente que escribe tan bien como tú, anima a cualquiera.
Un abrazo
Cuando el no ya se tiene, nada se pierde por intentarlo. Aunque en la mayoría de ocasiones necesitemos que nos den un empujoncito.
ResponderEliminarBonito relato, Antonio.
Saludos.
Gracias Fina.
EliminarTienes razón, no se pierde nada. Lo cierto es que tenemos todo por ganar, porque en el peor de los casos adquirimos experiencia y conocimiento sobre cómo hacerlo mejor.
Saludos
Esa inseguridad, duda, desánimo, miedo al ridículo... llámale como quieras, en algún momento todos lo hemos sentido, y de vez en cuando lo seguimos sintiendo, como afirman algunos compañeros, entre los que me incluyo. Esto de las redes sociales nos lo ha puesto más fácil; vamos aprendiendo junto a otros que saben más y siempre encuentras ánimos que te ayudan a seguir. Interesante relato. Saludos
ResponderEliminarPocas cosas más arraigadas en el ser humano que la inseguridad.
EliminarGracias Juana, un saludo
Siempre se puede. Pero hay que querer y no rendirse. Buen relato, Antonio.
ResponderEliminarJoaquín Grau.
Cierto. Nunca hay que rendirse a pocos metros de la meta, y si la meta está lejos, acércala:
EliminarSi una vez en el buzón, tu expectativa es únicamente que a los demás les guste, no lo enviarás. Sin embargo, si la expectativa es simplemente compartir para aprender. Seguro que sí lo haces.
Gracias Joaquín.
No descubro nada si digo que tan mala es la inseguridad como el exceso de confianza en cualquier aspecto de la vida. A menudo las sufrimos alternativamente. Será cuestión de ponerse en hora de vez en cuando.
ResponderEliminarBuen relato, Antonio. Me gustan estos puntos de conexión.
Saludos.
Muchas gracias Enrique.
EliminarYo, si tuviera que elegir, preferiría el exceso de confianza. De él se puede aprender, con la inseguridad, no.
Interesante doble cuestión la que ha suscitado tu relato, Antonio. Por un lado, tenemos el miedo al fracaso; y por otro, el del arrepentimiento por lo que no hacemos.
ResponderEliminarEn cuanto a lo primero, opino que muchas veces las barreras más altas las tenemos en nuestra propia mente; y en cuanto a lo segundo, Sabina ya lo cantó una vez: "No hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió".
Por lo demás, tu pequeña fábula me ha gustado.
Saludos cordiales
Gracias, Notincgas
ResponderEliminarEs verdad, todo está en nuestra mente. Somos nuestra mente.
La segunda parte no la veo relacionada con la frase de Sabina como tú.
Es más bien un juego de palabras relacionada con el cuento de Peter Pan, sobre la muerte de las Hadas en el país de nunca jamás cuando alguien deja de creer en ellas.
Por cierto, enhorabuena por tu serie cromática. Es muy chulo poder leer los colores.