Cada quién en su lugar
Mientras espera el tren en el pequeño pueblo compadece a sus habitantes, tan faltos de los conocimientos que da la gran ciudad. Alarga la mano y coge el fruto de aquella planta. Un escozor intenso atraviesa su piel.
El hombre de la boina la mira incrédulo.
—Señora, son higos chumbos.
El hombre de la boina la mira incrédulo.
—Señora, son higos chumbos.
Muy bien contado.
ResponderEliminarLos que subestiman la sabiduría rural, o se creen superiores a otros, se convierten en ignorantes, como la protagonista de tu relato.
Por otra parte, las mayores enseñanzas que he recibido me las dio mi abuela, que tuvo que dejar la escuela muy pequeña y solo salió de su pueblo casi al final de sus días.
Todavía no he encontrado a nadie más sabia que ella.
Un gusto leerte.
Saludos.
Pablo.
Muchas gracias por tu comentario. El relato es real, un poco fabulado, pero poco. Y la ilusa protagonista soy yo a los 20 años. Pensaba que el que se sabía mover por la ciudad, dominaba todos los escenarios. Menos mal que aprendí y sigo aprendiendo.
EliminarPensaba tu protagonista encontrarse entre " paletos", y sin embargo desconocia las "paletas"... Escarmentada queda. Un abrazo.
ResponderEliminarY que lo digas que quedó escarmentada y aprendió que se puede aprender de todos y en cualquier lugar.
EliminarGracias por tu comentario.
Los ciudadanos urbanos tienden a despreciar a los habitantes rurales, aquejados de una curiosa amnesia que les impide recordar que, si no ellos, al menos sus padres o abuelos vivieron igual. Sancho Panza no es menos sabio que Don Quijote, lo demuestra con sus refranes y sentido común, aunque sí menos estirado.
ResponderEliminarEl que la Hija del Ferroviario incluya un tren en su relato es un valor añadido, qué duda cabe.
Me alegro de haber conocido y de leer a la misteriosa narradora que se oculta tras un seudónimo tan familiar para los que frecuentamos Cincuenta Palabras.
Un abrazo
Hola Angel, yo también me alegro de haberte conocido. Lo cierto es que a mi no me gusta esconderme, pero me pareció un bonito homenaje a mi padre.
EliminarY no me había dado cuenta que he incluido un tren, supongo que porque los trenes forman parte de mi vida. Esa experiencia rural y otras me hicieron ver lo poco que se. Muchas gracias.
Si te consuela, yo también me he pinchado con esos higos. Y ahora son una de mis frutas preferidas.
ResponderEliminarLa próxima vez que viajes en tren, ¿me traes alguno?
Un saludo
Creo que todavía no he aprendido a no pincharme, así es que cuando viaje en tren, me acordaré de ti. Gracias.
ResponderEliminarUn saludo
Como se suele decir la ignorancia es una señora muy atrevida. A veces nos tenemos que "pinchar" para saber que tenemos mucho que aprender. Muy aleccionado. Saludos
ResponderEliminarMe alegro que te haya gustado. Yo sigo aprendiendo.
EliminarSaludos
La sabiduría popular y rural nos enseñan cosas que los libros no cuentan. Es bueno ser humilde y aprender a escuchar. Gracias por tu relato. Un saludo.
ResponderEliminarGracias a ti. Saludos,
ResponderEliminarMuy bueno, sí señora.
ResponderEliminarYo soy de un pueblo pequeño y me hace mucha gracia cuando la gente dice: "es que los de pueblo sois ...". Pero en muchos casos la gente de pueblo sabe muchísimo más de lo que se creen los que no lo son, doy fe de ello.
Un beso fuerte, se te echaba de menos.
Malu.
Gracias Malu, es totalmente cierto que muchos capitalinos, somos unos ignorantes en el ambiente rural, y lo malo es no saberlo.
EliminarEscribo poco, porque me gustan demasiadas actividades y ya sabes, todo no se puede. Un abrazo,