El escondite
El niño no aparecía en toda la mañana. Como si se lo hubiera tragado la tierra. Todo era desconcierto, un ir y venir de acá para allá. Llamadas que creían haber visto. Nada. Hasta que su maestro recordó el dibujo en donde, con tanto esmero, había plasmado sus mayores aventuras.
Buenooo, se le augura un mal final a este relato,...salvo que sus mayores aventuras las pase en un parque de atracciones, centro comercial, la playa...en fin, que se yo. Pues ahora que lo pienso, puede estar de escapada y que se haya quedado dormido...tampoco tiene porque ser tan trágico el final no?
ResponderEliminarEsperemos que las mayores aventuras las viva debajo de una cama o dentro de un armario, como en Narnia.
ResponderEliminarPero se vislumbra un patio con pozo, no sé. En todo caso me alegro que sigas por aquí Miguel Ángel.
Buen micro.
Saludos.
Pablo
Más que un escondite, parece que ha puesto su plan en marcha y ha dejado, no sé si adrede o no alguna pista.
ResponderEliminarBien, bien
La cantidad de información que transmitimos con nuestras letras, nuestros dibujos, con lo que plasmamos en un papel porque no nos atrevemos, o no podemos, decirlo de viva voz es impresionante. Solo hace falta alguien que se pare a mirarlo. Este niño ha tenido suerte con su maestro, ¡menos mal!
ResponderEliminarUn saludo, Miguel Ángel.
No sé por qué a mí también me huele a final afortunado. Al fin y al cabo solo lleva una mañana sin dejarse ver y el tiempo corre que no te das ni cuenta cuando estás de aventuras, dicen.
ResponderEliminarMe gusta, Miguel Ángel.
Saludos.