El pequeño violinista
El viento, en ocasiones, disfrazado de música, vuelve al pueblo. Unos bailan con los ojos empañados recordando al pequeño violinista; otros, en cambio, tiemblan de miedo y, aunque se tapan los oídos, siguen oyéndola dentro de su cabeza, porque es la misma melodía que tocaba cuando lo empujaron al pozo.
Muy bueno Ignacio.
ResponderEliminarEste estilo de historias son de las que más me gustan.
Pura ghost story del mejor estilo clásico.
Como un fantasma apareció por aquí tu micro cuando rondaba la página y mira que buen relato me he encontrado.
La figura del violinista niño, muy lograda para poner más sombras sobre los habitantes del pueblo.
Va mi me gusta.
Saludos.
Pablo
Muchas gracias, Pablo, por tu comentario.
EliminarEso les pasa por no tapar el pozo a cal y canto. Que los aprendices de violín son muy plastas. A mí también me dan mucho miedo.
ResponderEliminarNadie dijo que fuera una aprendiz... pero sí, los pozos hay que taparlos siempre que cualquier "cuasiescritor" pase por allí, porque nos hablan...
EliminarDe un sentimiento nostálgico nace una historia de horror. Te felicito.
ResponderEliminar¡Gracias!
EliminarTengo un violinista en casa y doy fe de que los comienzos son duros para el oído ajeno, aunque no tanto como para tirar a nadie a un pozo. La desmesura de esta acción justifica la vuelta vengativa de esos sonidos desde la ultratumbra, bien para causar tristeza o para ocasionar temor.
ResponderEliminarUn texto tan interesante como inquietante.
Un abrazo
Hola Ángel, gracias por comentar. En mi vecindario suena un piano, siempre las mismas notas (no sé si me inspiré en él)... por cierto, hace unas semanas que NO SUENA...
EliminarNo sé, no dice que sea un aprendiz, solo que era pequeño, lo que no quita que tocase bien. Yo creo que hay algo obscuro en el pueblo y en la razón de que le tirasen al pozo, que además es complice todo el pueblo.
ResponderEliminarParece también que hay remordimientos por aquel acto, ya que ciertos sonidos hacen que la gente recuerde al violinista, y su fantasma en forma de distintos sonidos en apariencia normales se presenta ante ellos para clamar venganza.
Hoy estoy algo filosófico yo...eh!?!
Por cierto Ignacio, tu relato me ha hecho hacer la reflexión anterior (que me suele costar) y por eso me gusta.
ResponderEliminarAcabo de descubrir que tengo un "conductor de autobús" en mi cabeza. Tu análisis es perfecto. Realmente se trata de reforzar la idea de que el viento suena a música porque hay sentimientos de por medio (remordimiento, nostalgia). Si tú y yo fuéramos al pueblo el viento sonaría a viento.
EliminarPor otro lado, aprovecho para dejar que el lector reflexione sobre lo bueno y lo malo, lo justo y lo injusto, y saque ciertas conclusiones que, como el viento, solo suenan en su cabeza...
Magnífico. La piel de gallina!!!
ResponderEliminar¡Gracias sinceras!
EliminarEstoy con el conductor. Aquellos que tiemblan son los que tienen remordimientos, bien porque fueron ellos quienes lo empujaron, bien porque no hicieron nada para evitarlo.
ResponderEliminarSiendo un poco retorcida y buscando el lado cómico, puede que el pequeño violinista no haya muerto y siga dando la brasa desde las profundidades del pozo.
En cualquier caso, me declaro fan absoluta de este relato.
Enhorabuena al autor y saludos a los comentaristas.
La idea del "violinista en el pozo" alcanza lo genial. Podría hacerse una versión menos gótica y más cómica, sí, apasionante.
Eliminar¡Gracias!
Nos vamos leyendo...
Me encanta la primera fase, "el viento, en ocasiones, disfrazado de música, vuelve al pueblo". Y esa melodía general dos sentimientos, a unos les hace bailar y llorar recordando al autor y a otros les hace temblar de miedo.
ResponderEliminarLas grandes pregunta son, ¿quiénes y por qué tiraron al pozo al pequeño violinista?
Espero que nos des las respuestas Ricardo, un beso.
Malu.
Eso, que conteste Ricardo...
EliminarEs broma, Malu, gracias por el comentario. La respuesta está tan abierta que sirve lo que tú te respondas, lo que sí te puedo confirmar es que no debió ser nada justo, porque existe el remordimiento, y que fue algo general, porque todo el mundo lo recuerda.
Gracias, un beso.
Ay, perdóname Ignacio, no sé por qué te he llamado Ricardo...
EliminarDesde luego, con un trailer nos sobra para imaginar la película entera. Yo creo que los culpables acabarán arrojándose uno a uno de cabeza al pozo.
ResponderEliminarUna historia muy bien contada, Ricardo.
Saludos.
Realmente da para una peli japonesa de miedo... jaja... Los culpables, uno a uno, van escuchando la melodía en su cabeza (uno cuando escucha el viento, otro con el sonido de una olla exprés, otro con el ruido del aire acondicionado) y van teniendo "accidentes" que parecen suicidios pero que pueden no serlo.
EliminarPd. Si alguien de Hollywood lee esto y le parece aprovechable, que se acuerde de Enrique y de mí.
Disculpa, Ignacio, por ese tercer yo (Ricardo) que te he colocado por error.
EliminarSugerente relato el tuyo, Ignacio.
ResponderEliminarCiértamente te quedas con las ganas de saber por qué echaron al violinista pozo y si es él quien hace sonar al viento, por qué lo hace.
Saludos
Muy bueno y contundente. Me gusta como la buena/mala conciencia se transforma en viento y, de vez en cuando, vuelve al pueblo.
ResponderEliminarEs totalemente conforme con las dudas y ganas que plantea Notinegas en su comentario.
Queremos saber más!!!
Notincgas, Luisa... Tendré que hablar con Alejandro.
EliminarIgual me animo con la precuela (está de moda la palabreja) y la secuela...
Ya salió mi otro yo, da igual, Alejandro, no borres el comentario.
EliminarUrtiaga.
Enhorabuena Ignacio. Me ha encantado la música que respira tu relato y el desenlace final. Suerte!
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ResponderEliminarTus palabras me han retrotraído a mi adolescencia, cuando quise matar a mi hermano, por aquel entonces aprendiz de violín impenitente. Ahora, al leer tu relato, me alegro de no haberlo hecho.
ResponderEliminarUn saludo, Ignacio.
¡Espléndido relato! Desde que lo he leído no puedo quitarme de la cabeza las melodías de ese pequeño violinista. Y conste que yo no le hice nada, que a mí me gustaba cómo tocaba. De hecho, todos los días y noches silbo continuamente su música. Así creo que le rindo el tributo merecido.
ResponderEliminarVa mi "Me gusta" y mi reconocimiento.
Saludos, Ignacio Urtiaga.
El viento sabe lo que hace y, solidarizándose con el pequeño violinista, devuelve la música. Es su forma de hacer justicia, remover las conciencias de quienes intentaron destruir la música matando al músico. Me ha parecido muy interesante, Ignacio.
ResponderEliminarVaya pueblo tenebroso! Hay que tener cuidados al visitar ciertos lugares.
ResponderEliminarEs un micro muy bueno, suerte.
Saludos.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
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