Normalidad

No tenía nada que hacer, me sentía cansado a pesar de no haber hecho nada; ya el cuerpo se ha ido acostumbrando a esa rutina, haciéndose del todo normal que sienta esa sensación. Y todo después de que me había quedado profundamente dormido pensando en que tenía algo que hacer.
Escrito por Antonio Ortuño Casas

8 comentarios :

  1. Angustiosa desazón alimentada por la pereza y la falta de motivación. Casi nadie se libra de haberla sentido de manera más o menos frecuente.
    Me gusta, Antonio.
    Saludos.

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    1. Así es, creo que nadie se libra de haberla sentido. Gracias Enrique por tu comentario. Antonio

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  2. Es que esa sensación de no tener nada que hacer es agotadora. Y la indefensión que entra cuando, además, te das cuenta de que se convierte en rutina porque un día y otro y otro más no tienes un triste trabajo que llevarte a la boca.
    Me gusta la cantidad de lecturas que tiene tu "normalidad", Antonio.
    Un saludo.

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    1. Margarita, me alegra que te haya gustado mi "Normalidad". El problema es que no te das cuenta hasta después que has estado con esa sensación, y ahí hasta te da rabia. Saludos

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  3. Antonio, no podías expresar mejor la sensación, como bien dice Margarita, agotadora que nos da la normalidad convertida en rutina.
    Saludos.
    Pablo

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    1. Gracias Pablo, coincidimos los dos perfectamente con lo que dice Margarita. Saludos

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  4. Angustioso y agotador. No tener nada que hacer y que eso sea una rutina debe ser una gran losa difícil de levantar.
    Un beso.
    Malu.

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    1. Así es, y hasta diría que por el camino que vamos es ya una enfermedad. Gracias por tu comentario

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