Normalidad
No tenía nada que hacer, me sentía cansado a pesar de no haber hecho nada; ya el cuerpo se ha ido acostumbrando a esa rutina, haciéndose del todo normal que sienta esa sensación. Y todo después de que me había quedado profundamente dormido pensando en que tenía algo que hacer.
Angustiosa desazón alimentada por la pereza y la falta de motivación. Casi nadie se libra de haberla sentido de manera más o menos frecuente.
ResponderEliminarMe gusta, Antonio.
Saludos.
Así es, creo que nadie se libra de haberla sentido. Gracias Enrique por tu comentario. Antonio
EliminarEs que esa sensación de no tener nada que hacer es agotadora. Y la indefensión que entra cuando, además, te das cuenta de que se convierte en rutina porque un día y otro y otro más no tienes un triste trabajo que llevarte a la boca.
ResponderEliminarMe gusta la cantidad de lecturas que tiene tu "normalidad", Antonio.
Un saludo.
Margarita, me alegra que te haya gustado mi "Normalidad". El problema es que no te das cuenta hasta después que has estado con esa sensación, y ahí hasta te da rabia. Saludos
EliminarAntonio, no podías expresar mejor la sensación, como bien dice Margarita, agotadora que nos da la normalidad convertida en rutina.
ResponderEliminarSaludos.
Pablo
Gracias Pablo, coincidimos los dos perfectamente con lo que dice Margarita. Saludos
EliminarAngustioso y agotador. No tener nada que hacer y que eso sea una rutina debe ser una gran losa difícil de levantar.
ResponderEliminarUn beso.
Malu.
Así es, y hasta diría que por el camino que vamos es ya una enfermedad. Gracias por tu comentario
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