Paraíso low cost
Un hombre de negocios llegó a casa algo tarde. Cuando llegó no estaba el servicio para poder cenar. Se fue a la cocina y cogió una tableta de chocolate. Se tendió en el sofá y degustaba cada pastilla mientras veía la televisión. Fueron sus mejores instantes desde mucho tiempo transcurrido.
La vida de esos hombres de negocio no es vida. Por eso "saborea" tanto este momento tan dulce que nos cuentas. Tal vez, mientras disfruta del chocolate, se dé cuenta de que para que la vida sea negocio debe tener dos socios: el trabajo y el ocio. Interesante para la reflexión, William. Saludos.
ResponderEliminarHay muchos paraísos low cost que tenemos delante de nosotros y no los disfrutamos, es más, ni siquiera los vemos.
ResponderEliminarUn beso.
Malu.
Los pequeños placeres de la vida siempre son los mejores y casi siempre cuestan muy poco. Gracias por recordárnoslo, William. Un saludo.
ResponderEliminarMuy bueno Willy, siempre se ha dicho que la felicidad está en las pequeñas cosas y yo estoy completamente de acuerdo. Buen relato que da que pensar y debería incluirse el los cursillos de directivos, ejecutivos y otras hierbas.
ResponderEliminarI like it!
Un saludo.
Doy muchas gracias a todos los que habéis leído, comentado y marcado como like el relato. La historia tiene su parte real, ya que en un tren que me llevaría al aeropuerto para coger un avión, degustaba cada instante que me ofrecía el chocolate. Para dar más credibilidad al relato puse como actor a alguien que le sobra el dinero, pero ese pequeño paraíso lo descubre por casos fortuítos del destino, ya que su servicio no estaba disponible.
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