Alzheimer
Caminaba de un lado a otro del corredor buscando rosas. Le recordé su nombre de amapola, sonrió amablemente y se detuvo:
—Señor, ¿quién es usted?
En días de lucidez vivo con ella esperando en su voz el milagro del reencuentro, antes de que la vida obscurezca del todo mis recuerdos.
—Señor, ¿quién es usted?
En días de lucidez vivo con ella esperando en su voz el milagro del reencuentro, antes de que la vida obscurezca del todo mis recuerdos.
¡Qué bonito! No había leído nunca un relato que reflejara este terrible problema de forma recírproca.
ResponderEliminarUn montón de aplausos, Pedro.
Muchas gracias, Patricia. El idioma inmortal son los latidos del corazón.
EliminarAlzhaimer: Una palabra que genera desconcierto y temor por lo que representa sufrir esta difícil condición. En este cuento se resalta el amor puro y leal entre dos seres. Bien lo decía mi profesor de Neurología: el Alzhaimer podrá borrar la memoria pero no los sentimientos. Hermoso cuento. Escritor de escritores
ResponderEliminarMuy original tu planteamiento, además de poético, lo que me parece bastante difícil dada la frecuencia con que se toca este tema que a todos nos sensibiliza.
ResponderEliminarEnhorabuena y saludos, Pedro.
Enrique.