El reloj de arena
Le duró la sonrisa lo que le duró el sueño. Un segundo. Su cara cambió. La mirada tomó un tinte acerado, la mandíbula se encajó y las aletas de la nariz se abrieron y cerraron. La alarma no había sonado. Despertó al oír caer los granos del reloj de arena.
Un gusto leerte Salvador en 50 palabras, muy buen relato, al parecer se le olvido darle cuerda al reloj (o funciona con el Sol?).
ResponderEliminarSaludos!!!
Claro y se recarga con la energía lunar. JAJAJAJA. Era un reloj muy especial. Él...también. ¿Viajó en el tiempo, quizás y por eso esperaba una alarma? Un abrazo.
EliminarOír caer los granos del reloj de arena... Maravilloso!
ResponderEliminarNecesidad obliga. Patricia. No le quedo más remedio que hiperdesarrollar el oído. Un abrazo.
EliminarEl paso del tiempo parece irremediablemente unido a sonidos, pero tú no te conformas con la típica onomatopeya "tic-tac", sino que vas más allá y creas un personaje sensible a la caída de la arena, lo que demuestra que la tecnología a veces no es la panacea, un mensaje que transmites de una forma personal y con estilo.
ResponderEliminarUn abrazo
Gracias por el piropo..." creas un personaje"... es la ilusión de muchos que nos iniciamos en el arte de llegar a crear. Me alegra que te haya gustado. Sabía que era un tema difícil.
EliminarSalvador, al igual que ya te han apuntado, que gran creatividad has tenido al presentarnos un personaje que, con tinte acerado, mandíbulas encajadas y aletas de la nariz que parecen puertas que se abren y cierran, escucha caer los granos de arena.
ResponderEliminarSaludos.
Pablo
Los superpoderes del hombre del futuro, Pablo. Tendrá que aguzar el oído para sobrevivir y adivinar por dónde "le vienen los tiros".
EliminarSupongo que la desacostumbrada incomodidad del jergón también ayudó lo suyo.
ResponderEliminarGran calidad literaria en estas 50 palabras, Salvador.
Saludos.
Enrique.
Gracias, Enrique. fuera el jergón, fuera lo que fuera... lo cierto es que el pobre se despertó al segundo, perdón..."al grano de arena".
EliminarMe ha encantado el relato, pero ahora no dejo de pensar en el personaje. ¿Será un soldado? ¿Un espía? ¿Un paranoico? Cualquiera de los tres podría tener el oído tan desarrollado como para despertarse por un grano de arena.
ResponderEliminar¿Quién es él, Salvador?
Besos grandes.
María, he leído cosas tuyas y, como premio, te dejo con la duda. ¡Me encanta la fantasía que tienes!
EliminarEs un hombre fuera de su tiempo, fuera de su hogar, de sus aparatos electrónicos...
Pero no te digo más... imagina. Un abrazo.
Será el hombre antitecnológíco, seguramente, que sobrevive tan feliz sin artefactos ni mecanismos complicados en su vida, y disfruta o padece (según se mire) con el sutil caer de ese granito de arena. Me ha encantado la escena final.
ResponderEliminarSuerte y un abrazo, Salvador.
Será, será... será, será... ¿Quién será este personaje?. Más bien "padece" ¿no...Mª Jesús? El pobre no puede dormir nada... nunca... mientras esté junto a un reloj de arena.
ResponderEliminarUn solo segundo para sonreír me parece muy poco tiempo. La mirada acerada y el encaje sin hilos de su mandíbula me hacen pensar en un androide más que en un humano. Sin embargo, he tenido la suerte de comprobar que no es fácil estar a la altura de tu imaginación. No sé si lo que leo se acerca a lo que tú has escrito, y eso me gusta.
ResponderEliminarUn saludo, Salvador.
Siempre he dicho que un pintor pinta... pasa el tiempo y al cabo del mismo, la gente interpreta su cuadro. Eso le da vida, posibilidades, riqueza.
EliminarEso has hecho tú ahora, si lo escrito por mí hubiese sido un lienzo y yo el pintor.
Gracias, Margarita.
Me gusta el matiz surrealista en la relación que has construido entre tecnología y paso del tiempo.
ResponderEliminarUn saludo
¡Soberbio inicio: "Le duró la sonrisa lo que le duró el sueño. Un segundo."!
ResponderEliminarEl paso inexorable del tiempo contado en granos de arena que se nos escapan por entre los dedos de nuestras manos.
Va mi "Me gusta, Salvador, y me descubro ante tu creación por la que, auguro, no creo que pase el tiempo.
Un abrazo.