Flechazo
Me miró con sus ojos de vidrio marrón desde el enrejado. Me erigí, y ya no pude pasar de largo. La abracé y ella me abrazó como nunca nadie antes. Sin dudarlo, la anudé a mis correajes. Desde entonces soy feliz porque me sigue, moviendo el rabo, a todas partes.
Esa experiencia la he vivido varias veces. Me encantas tus cincuenta palabras. Un abrazo y un me gusta merecido
ResponderEliminarLa ataste a tus correajes? Me encanta! Qué intriga!
ResponderEliminarLos flechazos pueden ser de muchas clases, y es al final cuando se desvela la naturaleza del que le sobreviene a tu protagonista, alguien a quien entiendo perfectamente. Una vez me pasó algo parecido, con un gatito y fue una experiencia fantástica, luego no me dejaron tenerlo en casa, pero eso es otra historia.
ResponderEliminarUn saludo
María José, esta tierna historia me hace recordar a una amiga que tiene en su casa varios amigos como el de tu protagonista y los ha encontrado de la misma forma. Ahora que ya no le caben más en casa, nos envía fotos de nuevos amigos con sus correspondientes peticiones (como si de Facebook se tratase) de amistad y acogimiento.
ResponderEliminarUn saludo.
Pablo.
Tendrá ojos de vidrio, pero sensibilidad y capacidad de querer, sin duda que también. Muy tierno, María José.
ResponderEliminarBsss
El amor en una de sus formas más desinteresadas y sinceras. La protagonista de tu historia bien podría ser mi hija, y supongo que muchos de los que lean esta bonita historia. Que cunda el ejemplo.
ResponderEliminarEnhorabuena y saludos.
Enrique.
Flechazo en toda regla, AMOR en el amplio sentido de la palabra.
ResponderEliminarMuy bonito, besos.
Malu.