Gula (Pecados capitales II)
Estaba feliz ultimando sus exuberantes especialidades para comensales tan distinguidos; rollizas carteras rendidas a su reputación como chef del mejor restaurante de la ciudad.
Se esmeró en la elaboración de cada plato. Deseaba que estuvieran exquisitos para todos esos infelices que aguardaban en el callejón. Hoy habría sobras para todos.
Se esmeró en la elaboración de cada plato. Deseaba que estuvieran exquisitos para todos esos infelices que aguardaban en el callejón. Hoy habría sobras para todos.
Loable gesto el del chef, y loable la sensibilidad que lo recoge en 50 estupendas palabras. "Me gusta".
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias Luis. Celebro que te haya gustado.
EliminarMuy buena idea, Antonio, que debería de servir como ejemplo para muchos. El altruismo, sobre todo cuando coincide con una buena posición, resulta muy gratificante para ambas partes.
ResponderEliminarEnhorabuena y saludos.
Enrique.
Al menos mi personaje se dio cuenta de que la gula de unos es el hambre de otros, como también ocurre con otros pecados capitales.
EliminarGracia por tus palabras, Enrique.
Un chef digno de elogio. Ojalá hubiera muchos como él. Aunque en ciertos programas destinen sobras (y bien que lo publicitan) al banco de alimentos, también veo mucha comida tirada y llamada basura, lo que me pone enfermo.
ResponderEliminarBien por tu chef.
Un abrazo.
Pablo
Respecto a lo que dices del banco de alimentos, suele ocurrir que la generosidad rara vez es a costa de un sacrificio real del generoso.
EliminarGracias y un abrazo.
¡Qué escalofrío me ha recorrido por la espalda con tu historia, Antonio!
ResponderEliminarDesde luego que tu chef sí que sabe dejar un buen sabor de boca y abrir puertas a la esperanza.
Preciosa historia.
Un saludo.
Vaya Margarita, ese escalofrío es todo un halago. Muchas gracias.
EliminarSe lo trasmitiré al chef de tu parte.
Saludos
Desde luego está dentro del restaurante, y también dentro de cada una de esas rollizas cabezas.
EliminarGracias jose, un abrazo
Muy bien contado, aunque me deja un sabor agridulce. Por un lado, unos pocos privilegiados, el mejor restaurante de la ciudad y un famoso chef; por el otro, todos esos infelices comiendo sobras en la calle. Para pensar.
ResponderEliminarSi la gula es un abuso y un exceso, desde luego yo lo veo dentro del restaurante.
Gran relato, Antonio. Un abrazo.
Antonio, el contraste de esos delicatesen que ofrecen estos restaurantes con el hambre de algunas personas nos chirría en nuestras conciencias, pero tu chef nos da esperanzas y nos hace creer en un futuro más justo. Muy bueno. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias Salvador. Deberíamos darnos todos un atracón de esperanza.
EliminarQuizá sólo son sobras, pero al menos el hombre no se limita a servir a aquellos que le mantienen y le ensalzan, sino que también halla satisfacción en ser generoso con los que nada tienen, en los que es impensable la gula.
ResponderEliminarAdelante con esta serie. Cuando se acaben los pecados capitales invéntate más, pero no pares.
Un abrazo
Gracias por animarme a seguir, Ángel, viniendo de ti es una motivación extra.
EliminarMucha suerte con tu relato, ya te digo que es uno de mis 3 preferidos.
Suerte y un abrazo.
Un nudo en la garganta y un vacío en el estómago es lo que me has provocado con tu microrrelato, Antonio, porque nos has desvelado la necesidad que tienen muchas personas que, para subsistir, recurren a las sobras que la sociedad opulenta deja a un lado, incluso cuando estas sobras llevan firma culinaria de prestigio, elaboradas por un chef con conciencia social.
ResponderEliminarVa mi "Me gusta", a pesar del regusto extraño, y mi reconocimiento por una serie de micros que al menos nos adelanta que serán siete (dos ya en cartel). Ya estoy expectante por leer el tercero.
Saludos y mis felicitaciones.
No te apures, lo del vacío en el estomago se arregla con algo de comida ;-)
EliminarGracias por tus palabras, eres muy amable. Es gratificante saber que lo que uno escribe puede llegar a traspasar los ojos.
Un saludo
Lo triste de tu micro, es que haya personas que solo aspiren a las sobras de otros comensales.
ResponderEliminarEn mi humilde opinión, este micro me habría gustado verlo entre los nominados de este mes... bueno, con eso no quiero decir que los que están, no se lo merezcan... que quede claro.
Un abrazo.
Caramba Rosy, muchas gracias por ponerme a la altura de esas grandes ocho piezas. Me alegro de que te haya gustado.
EliminarUn abrazo
Antonio, ya me vas a perdonar el retraso que llevo con los comentarios ...
ResponderEliminarGran gesto el de tu protagonista, esperando la tercera entrega de esos Pecados Capitales.
Besos.
Malu.
Gracias Malu. A por ella ...
EliminarJejeje, yo también llego tarde, muy buena continuación de la saga, reflejas la gula de unos y la necesidad de los otros, esperemos que estén de operación bikini y dejen mas parte ;-)
ResponderEliminarUn abrazo.
¡Menudo par de tardones! Os voy a poner a copiar 50 veces "comentaré sin demora antes de una hora" ;-)
EliminarNo hombre, no; que coman y se queden con toda la gula, no vayan a contagiar a los que ya arrastran la desgracia de la indigencia.
Gracias por tu comentario, Vememos. Has puesto el dedo en la llaga. Si nos paramos a observar, estamos rodeados de circunstancias donde los excesos de unos son posibles gracias a las carencias de otros.
El chef es solo un hilo conductor entre dos extremos, nunca existió.
Un abrazo