Inconmovible
Tras el aperitivo, dos platos y postre, hunde su cuerpo sobre el sufrido sofá. Le costará terminar el cubo de helado que le acompaña, un reto que acomete con espaciosas cucharadas. Tuerce el gesto cuando hablan de hambrunas en el informativo, pero hay remedio, sólo tiene que apretar un botón.
Hay que intentar llenar ese vacío de alguna forma, Ángel, con comida o apretando un botón. Perdona mi osadía, pero tu personaje podría ser el mismo que buscaba "algo" en mi micro y sólo encontraba esa nada viscosa. Y no hay peor sensación que el vértigo que producen esos agujeros tan llenos de vacío. Ya lo dice el refrán, "de grandes comidas están las terapias llenas", o algo así.
ResponderEliminarUn placer, Ángel.
Se puede decir que este personaje vive en el vacío, abrazado insanamente a un mundo de exceso, en la insolidaridad absoluta, sin admitir nada que le haga pensar o que sacuda un poco su conciencia.
EliminarEl placer es mío, Margarita. Un abrazo
Muy bien expresada esa desidia y la falta de empatía ante el sufrimiento ajeno cuando uno lo tiene todo, en este caso, el estómago lleno. Me ha gustado mucho tu micro, Ángel. Un saludo.
ResponderEliminarAquello de "nada humano me es ajeno" parece lejos de poder rozar siquiera a más de uno.
EliminarMe alegro de que te haya gustado y gracias por tu amable comentario.
Un saludo
Ángel, solo decirte que siempre me sorprende lo bien que trazas cada movimiento de tus personajes, sus gestos, sus pensamientos...
ResponderEliminarEn resumen, que es un placer leerte y que me recuerdas a mi admirado Luis Landero, que escriba del tema que escriba, da lo mismo pues la forma de contarlo es tan certera que te atrapa en las redes que teje con sus palabras, siempre bien escogidas. Igual que tú Ángel, palabras muy bien escogidas y puestas en el sitio correcto.
Un abrazo y gracias por tus textos y por ser un hombre bueno. Sé que es asi
Me satisface mucho que compartamos admiración por Luis Landero, a él si que hay que llamarle maestro. Ni que decir tiene que estoy a años-luz o más de él, pero agradezco mucho tus palabras. Tú si que eres un hombre bueno, Pablo, lleno de grandeza, no hay más que leer tu relato de este mes y ver ese avatar compartido que has puesto.
EliminarUn abrazo y muchas gracias a ti,
BRAVO, Ángel!! Real como la VIDA misma.... No queremos soluciones, queremos botones!!! ;)
ResponderEliminarUn saludo!
No se puede decir mejor que como tú lo has hecho. Con tecnología o sin ella, para enquistar un problema lo mejor es mirar para otro lado.
EliminarSaludos, campeón
Uuuuuuy! La increíble tenacidad de tu brevedad. Bravo, Ángel.
ResponderEliminarLo que a mí me parece una feliz constancia es la calidad de tus letras.
EliminarGracias y un abrazo
Nuestra propia comodidad nos induce a quitar los problemas de nuestra vista con solo apretar el botón de un mando a distancia en lugar de afrontar su solución, lo cual podemos creer que nos supone un mayor coste. Lo que ocurre en la tv le ocurre a los demás. Pero solamente hasta que los accidentes de tráfico, el paro o los desahucios, etc... llaman a nuestra puerta. Ni que decir tiene lo fácil que resulta imaginar a tu personaje y el escenario. Solo le falta un buen cubo de palomitas para rematar.
ResponderEliminarUn abrazo, Angel.
Como bien dices, sólo nos activamos cuando algo nos afecta directamente. Quizá no haya un logro mayor y más humano que el de saber ponerse en el lugar de otro, una capacidad que todos tenemos, pero que en la práctica únicamente unos pocos ejercen.
EliminarGracias, Joaquín. Otro abrazo para ti
Apagar la tele, mientras piensas que eso ocurre a muchos kilómetros... ya lo dice el refrán, "ojos que no ven..."
ResponderEliminarBuen micro denuncia, con ese final, te ha quedado bordado...
Un abrazo Ángel, y suerte a fin de mes.
Dejar de ver la realidad cuando no resulta agradable pone en evidencia nuestro egoísmo insolidario, Es cómodo pensar que las cosas les suceden a otros, o que están lejos, pero todo está relacionado.
EliminarMuchas gracias, Rosy. Un abrazo
Muy buen microrelato Ángel, honesto y actual en su totalidad.
ResponderEliminarSaludos.
Por desgracia, hay que reconocer que algo tiene de honesto, en tanto trata de poner en evidencia esa actitud cómoda de la que difícilmente nos libramos la mayoría. Un mal de toda época, sólo que en ésta nos valemos de los botones como aliados de nuestra insolidaridad.
EliminarSaludos agradecidos, Jean
Cómo me has sorprendido, Ángel! Con lo entrañables que suelen ser tus personajes, has bordado aquí un tipejo vil y repugnante que, a diferencia de su actitud, sí que consigue conmover por lo espantoso de su pasotismo.
ResponderEliminarUna vez dado este paso, te animo a seguir sorprendiéndonos por el lado oscuro.
Abrazote, maestro.
Me ha gustado lo del lado oscuro, como también haberte sorprendido, algo que siempre me ocurre a mí con tus textos.
EliminarUn abrazo grande
Hay carencias que difícilmente se pueden paliar, por muy lleno que se tenga el estómago. Enhorabuena, Ángel, por tu triunfo del mes pasado y por hacernos reflexionar una vez más.
ResponderEliminarUn saludo.
Lo has expresado muy bien. Todo exceso va asociado a alguna carencia,
EliminarMuy agradecido, Fina. Un saludo
Esta sociedad en la que vivimos, mientras medio mundo se muere, el otro medio mira para otro lado. Es tan fácil darle al botón y no ver la realidad ...
ResponderEliminarMuy bueno Ángel, incluso describiendo personajes deplorables, lo bordas.
Un beso.
Malu.
Por qué será que lo fácil no suele ir asociado a lo correcto. De una sociedad con tan abismales desigualdades lo menos que se puede decir es que está enferma.
EliminarMuchas gracias, Malu. Te mando un abrazo y mi afecto.
La realidad no es otra que la que reflejas. ¿Para qué andarnos con paños calientes? Guerras, hambrunas, violaciones, asesinatos... ¿qué más da...si les ocurre a otros? ¡¡ Eres GRANDE Maestro!!
ResponderEliminarAlgunas realidades las tomamos como escenas de una película de ficción de las que podemos prescindir.
EliminarTú si que eres grande, Salvador
Un abrazo
Buen relato Ángel.
ResponderEliminarTodos tenemos claras las injusticias, pero también que la justicia no se haga a costa de nuestro esfuerzo.
Saludos
Como corresponde al personaje, es un relato con muy pocos adornos, solo dos adjetivos... para contar el dilema de la vida en cincuenta palabras bien escritas, como siempre. Sigues subiendo maestro
EliminarUn abrazo.
Antonio, has puesto el dedo en la llaga. La solidaridad de salón está al alcance de todos, pero algo muy distinto es remangarse y tratar de hacer este mundo un poco más justo.
EliminarSaludos
José María, para subir literariamente tengo buenos ejemplos en los que fijarme, tú eres una muestra de ello.
EliminarUn abrazo
El mayor problema que tiene tu personaje, o lo que represente, es que pronto esas víctimas del hambre estarán desperdigadas por el suelo de su casa, y le estorbarán cuando tenga que ir a la cocina o al baño. ¿Se sensibilizará entonces con ellos, o buscará una solución para quitárselos de en medio?
ResponderEliminarMuy buen relato, Ángel. Aunque siempre debe haber lugar y ocasión para cualquier tema en nuestras historias, por supuesto, no se me ocurre mejor modo de utilizar estas 50 palabras, tan bien tejidas, por cierto, como dice Pablo.
Mi enhorabuena y un abrazo.
Enrique.
Esa pobreza que tratamos de contener con vallas y leyes, para que ni nos roce, acabará por hacerse ineludible, por lo que sería mejor sería tratarla antes de que sea tarde.
EliminarTus comentarios, como tus textos, siempre aportan mucho, Enrique.
Un abrazo
Ángel, ese botón que cambia de canal y apaga nuestras conciencias es tan real como triste. Muy buen relato que nos hace reflexionar. Por suerte, hay personas entregadas en cuerpo y alma a estas causas que hacen que la raza humana no pierda su apellido. Abrazos.
ResponderEliminarEsas personas que citas deberían ser un ejemplo en el que mirarnos.
ResponderEliminarAbrazos, Salvador. Muchas gracias por tu amable comentario
He aquí un certero retrato de la indolencia humana ante el sufrimiento ajeno.
ResponderEliminarBien dibujado, Ángel.
Un abrazo.
Nos preocupamos por nimiedades, hacemos un mundo de detalles minúsculos; sin embargo, pasamos por alto el más grave de los problemas: que a una persona le falte lo básico.
EliminarGracias y un abrazo
Ese mirar para otro lado no consigue nunca ocultar la realidad que nos circunda, por mucho que ella no nos guste. A mí sí me ha gustado, amigo Ángel, que nos lo hayas recordado con otro de tus espléndidos microrrelatos, este también tan magníficamente construido como los anteriores.
ResponderEliminarVa, por tanto, mi "Me gusta" y con él mis deseos de que relatos como el tuyo nos remueven nuestras acomodadas conciencias.
Un fuerte abrazo.
Lo has expresado muy bien. Mirar nos hace sentir culpables, pone en evidencia nuestra responsabilidad, aunque sea indirecta y pequeña, en esos dramas diarios. Tu acertada expresión "acomodada conciencia" define esa situación de muchos de nosotros, entre los que tengo que incluirme. En mi caso, hago una pequeña contribución mensual a una ONG, pero nunca es suficiente.
EliminarMil gracias y otro abrazo grande
Lástima que el mando a distancia no se quede sin pilas. Qué personaje más bien trazado. He podido casi olerle. Fíjate si está logrado, que has conseguido que me caiga mal.
ResponderEliminarMuy bueno, como siempre.
Besos, maestro.
Seguro que a este personaje nada ni nadie es capaz de sacarle del sofá. Un antihéroe insensible que, desde luego, no se hace querer.
EliminarGracias, María. Un abrazo
Ángel, tu relato retrata perfectamente la indiferencia humana y me ha hecho reflexionar sobre el valor de la vida para alguien que vive en un país rico versus la de otra en uno pobre. Digo esto a propósito de la diferencia de difusión e indignación que provocó el incidente en Charlie Hebdo, Francia, contrario a la masacre en Garissa, Kenia, la cual ha sido tratada como una noticia más por los medios, de esas que se digieren y se olvidan rápidamente. Muy buen micro, en todos sus elementos.
ResponderEliminarSaludos.
Es muy cierto lo que dices. Aunque suene crudo decirlo, todas las víctimas no cuentan igual. Recuerdo un curioso estudio de teoría periodística que hasta cuantifica este hecho, de forma que un muerto en un país occidental tiene mucho más peso informativo que un centenar en un país del Tercer Mundo. Lo peor es que lo aceptamos como algo normal.
ResponderEliminarGracias por tu comentario, Beto.
Saludos
Lamentablemente la actitud de tu personaje es moda, en cuanto que es lo más repetido. Tantas miserias, intereses creados, egoísmos, miradas al propio ombligo... etc. hacen que lo sorprendente sea una reacción contraria, que cuando ocurre, sale hasta en los telediarios.
ResponderEliminarMe ha encantado tu micro, lo que tampoco es novedad, pues siempre me gustan.
Un abrazo virtual y otro pendiente para el día 25
Por desgracia, me temo que la mayoría, en mayor o menor grado, estamos tocados por esa falta de sensibilidad, en beneficio del egoísmo
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario, Isidro. Un abrazo virtual para ti y el otro también lo puedes dar por hecho.
Esa realidad tan lejana solo existe detrás e la pantalla, y ni siguiera hace sombra. Con apretar el botón volvemos a la cómoda soledad que no nos plantea ningún problema. En cuanto al relato es una fotografía en blanco y negro de la realidad tan próxima como indiferente.
ResponderEliminarUna foto para exponer.
Un abrazo , Ángel