Infortunios
Treinta años después de nuestro último encuentro volviste a mi cama. Por entonces yo todavía vestía pantalón corto; tú, aquellas adorables trencitas. "Te llamaré", me susurraste en el oído al marcharte pero, tal como en aquella fatídica noche de verano, no pude encontrar tu número al despertar de mi sueño.
Buen micro Pau. Con los años y con las carencias afectivas vamos recordando lo que dejamos atrás. Seguramente ese ejercicio “onírico” sea más común de lo que podría parecer. Me ha gustado cómo lo has contado. Un saludo.
ResponderEliminarLa recreación de los sueños, siempre después de haber tenido uno agradable, proporciona una sonrisa; de esta forma sonrío al finalizar la lectura. Muy bien.
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