Tarzán y yo
Mañana el seminario quedará desierto, y seré dueño del frontón, de la huerta y la cocina. Cuando caiga la tarde, me esconderé con Tarzán en su pequeña caseta de madera, justo después de que el padre Alfonso me lleve a su celda con aquel pantalón corto que tanto le gusta.
Ufff, necesito coger aire.
ResponderEliminarBien narrado, Luis.
Un saludo.
Madre mía qué fuerte... Esas son las palabras que se me han escapado, además en voz alta.
ResponderEliminarCuántas como esta, quedarán para siempre, como si no hubieran existido. Tus palabras me han dejado una mezcla de rabia, impotencia y asco, que ni te cuento. Excelente y bien contado. Saludos
Uf, también yo... Da más asco porque es real y lo has contado con una ingenuidad que noquea.
ResponderEliminarApretón de manos, señor.
El niño en pantalón corto, y el rey de la selva seminarista, me temo, con apenas una simple prenda de ropa interior, preparado para nada bueno, y todo desde el punto de vista del pequeño. Se puede y se debe tratar cualquier tema, por duro que sea, ahí se ve la maestría de saber combinar las palabras como tú lo haces, Luis.
ResponderEliminarUn abrazo, hombre de letras
Impactante historia contada desde una ingenuidad infantil, que quizás por ello resulta menos... ¿perverso? Con todo, me ha gustado mucho, Luis.
ResponderEliminarSuerte y un abrazo.
Espléndido relato, Luis, contado con ingenuidad y a la vez maestría (como dicen bien Patricia y Ángel). Me ha gustado mucho. Así que vaya por delante mi "Me gusta" y mi mayor reconocimiento por concentrar en cincuenta palabras una dramática historia de abusos de menores.
ResponderEliminarUn saludo muy especial.
Hola Luis. Te dejé antes un comentario pero lo he borrado pues creo que no me expliqué bien. Ahí va el definitivo.
ResponderEliminarTu historia sugiere a un niño, que internado en un seminario, es llevado a una casetilla para sufrir abusos sexuales por parte del Padre Alfonso, disfrazado de Tarzán, con un taparrabos.
Has contado el sentir de más de un joven, que por miedo, han sufrido estos ataques los han dejado escondidos en su interior.
Ojalá se erradique esta sinrazón tanto en los enfermos de la Iglesia como en los laicos.
Saludos.
Pablo.
Falta una y por ahí. Han sufrido estos ataques Y los han dejado escondidos en su interior.
EliminarSaludos de nuevo
Queridos amigos. Voy a contar algo que quizás no debiera, y que guardo en el álbum de mi memoria. El padre Alfonso (sacerdote xxxxxxxx de la congregación xxxxxxx xx xx xxxxxxx) existió. Yo era el rey del seminario el día de las familias, cuando todos mis compañeros se iban con sus padres. Pero hay una mezcla de experiencias, porque afortunadamente (para mí) R.R.R. era más atractivo que yo.
ResponderEliminarGracias a todos por entrar y comentar. Como veis, un pasaje tan autobiográfico, baja el nivel literario, porque aquí no hay imaginación. Es, digamos, la diferencia que hay entre la pintura y la fotografía.
Gracias, Pablo, Margarita, Rosy, José Antonio, María Jesús y Ángel
Y gracias también a mi querida Patricia
ResponderEliminarUn abrazo muy fuerte, mi valiente capitán.
EliminarQuerido Luis, ya te echaba yo de menos este mes.
ResponderEliminarLa historia es muy fuerte y tú un valiente por contarla, no tengo palabras para expresar la repulsa que me produce este tema.
Te mando un beso fuerte.
Malu.
Fue una época dura, sí, como la historia. Pongamos que la ficción se ... quiero decir que si las experiencias.... digo que la capacidad... que los niños... bueno, que... en fin... tantas y tantas cosas por contar...
ResponderEliminarUn beso Malu. Siento no estar más participativo en la página, pero que conste que no me pierdo ni un solo relato.
Caramba, Luis, quería comentar tan sólo el micro desde su vertiente literaria (y en este sentido, suscribo las opiniones precedentes en cuanto al acierto de poner esa voz inocente a unos hechos tan tremendos), o humana (el tema que tratas y la inmundicia de ciertos comportamientos), pero tras tu revelación, sólo me quedan ganas de decirte que lo lamento.
ResponderEliminarSaludos cordiales
Hace falta mucho valor para exteriorizar una experiencia tan repugnante. Me alegro de que lo hayas hecho porque ayuda, porque los fantasmas pierden fuerza con la luz. Y ese, es de la peor calaña.
ResponderEliminarUn abrazo Luis y enhorabuena por tu valentía.
Insisto en que, afortunadamente para mí, "el niño de las tres erres", como le llamaba yo, mi mejor amigo y el único que me ganaba en todas los deportes, era más atractivo que yo, pero en fin, sí que fue de alguna forma directa, aunque no en mis propias carnes. Bueno, la ficción se nutre de realidades personales más o menos cercanas, y aquí también hay bastante de eso, por supuesto. También el pastor alemán,(Tarzán ) existió, pero le cogí aquí como un recurso literario. A propósito de mezclar ficción y experiencias, me viene a la memoria un suceso "en el riachuelo aquel..." Je, je.
ResponderEliminarUn abrazo, Antonio. Y otro para Notincgas.
Una monstruosa realidad narrada en un gran micro, Luis. Un saludo.
ResponderEliminarHola, Matrioska. Me alegro que te guste. Un abrazo.
EliminarDejando a un lado ese tremendo horror que tan cerca te toca, tu relato tiene una gran calidad literaria, aparte de la delicadeza y la habilidad necesarias para contar estas cosas sin decirlas. Me ha gustado mucho, Luis.
ResponderEliminarEnhorabuena y saludos.
Enrique.
¡Hooola, Enrique! ¡Qué gusto verte también por aquí! Un abrazo enorme y a ver si voy sacando tiempo también para comentar. Me alegra que te guste.
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