Bandeja y sofá
Hundió el tenedor en sus macarrones con tomate. Algunos temblaban de frío. La tele intentaba distraerlo mientras su móvil lo miraba en silencio, con pena. El frigorífico suspiró, la cocina lloraba desconsolada y el fregadero balbuceó algo ininteligible. Subió el volumen de la tele y volvió a hundir el tenedor.
Todo en la casa parece estar más animado que tu protagonista. Y por lo visto le tienen cariño y sufren quizá más que él mismo su aparente desidia o tristeza. Pero por el momento él no quiere ni escucharlos. Espero que sea algo transitorio.
ResponderEliminarMuy bien reflejada la realidad cotidiana de muchísima gente, que, bien mirado, tampoco es preocupante en muchos casos. Etapas. Muy bueno también lo de esos macarrones helados de frío.
Enhorabuena, Álex, y un fuerte abrazo.
Enrique.
Perfectamente interpretado, Enrique. ¡Un abrazo y muchas gracias!
EliminarÁlex, cómete todos los macarrones, aunque estén fríos. Y unta pan en el tomate.
ResponderEliminarY ¡llámala! Es lo que te están diciendo la tele, el móvil, la cocina, el frigorífico y el fregadero.
¡Qué bonitoooo!!! Una camioneta llena de besos.
En efecto, en mi cabeza al protagonista lo acababa de dejar la pareja, que vivía con él en el piso (¡y no soy yo, leñe!); de ahí lo del teléfono, claro. La cocina está hecha un asco, el frigorífico está vacío y el fregadero, tan lleno de porquería que no se le entiende. Pero el protagonista sigue como en shock, ajeno a todo aquello y comiendo por comer. ¡Besos para ti también, Patricia!
EliminarÁlex, más vida tiene todo en la casa que el protagonista. La rutina nos hace así. Muy original mostrar la visión de las cosas, dándole vida. Es un recurso que me gusta mucho.
ResponderEliminarSi quieren calentarse esos macarrones que se vengan al sur. Aquí seguro que no se enfrían. Como siempre, el título muy bien escogido.
Saludos.
Pablo.
Muchas gracias, Pablo. En realidad, esta rutina es nueva para el protagonista, su vida se acaba de venir abajo y tampoco tiene en quién apoyarse, así que es su propia casa, antes "feliz", la que lamenta verlo así. Los macarrones le dan igual cómo estén ;-) ¡Un abrazo!
EliminarMe agrada- Todos subimos el volumen del tv para no es cuchar el sonido del silencio....
ResponderEliminar¡Gracias, Johnny! Efectivamente, el protagonista no quiere pensar, al menos por el momento.
EliminarHay quien asegura que nuestro hogar es una extensión de nosotros mismos y que dice mucho de nosotros. Algo de razón deben de llevar.
ResponderEliminarUn abrazo, Álex
¡Gracias, Ángel! Tal y como yo lo he imaginado, ese hogar rebosaba alegría hace sólo unos días.
Eliminar¡Eso sí que es una cocina inteligente, Álex, y lo demás, tonterías!
ResponderEliminarDice la lavadora que no dé tantas vueltas y que presione ya el "me encanta".
Saludos cordiales.
¡Muchas gracias, Margarita!
EliminarA nadie le gusta que le recuerden lo solo que está. Excelente, Álex.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muchas gracias, Fina. ¡Otro abrazo!
EliminarQuizás a estas horas ya haya sonado su móvil y el ánimo haya vuelto a su espíritu. Muy bien expresados la languidez y el abatimiento a través de los electrodomésticos y de esos macarrones fríos.
ResponderEliminarMe gusta, Álex.
Un saludo.
Ese es el espíritu, Mª Jesús. No vería este relato como algo radicalmente pesimista, es simplemente una fotografía del momento más bajo del protagonista, pero todo volverá a su ser, seguro. ¡Un abrazo!
EliminarPues sí que está solo este personaje, hasta su propia casa se lo dice a gritos. Es evidente que ni él se cuida, ni presta la mínima atención a los enseres que le rodean. A ver si se arregla esa situación pronto.
ResponderEliminarBesos.
Malu.
Supongo que ni el propio personaje esperaba quedarse solo. ¡Besos y gracias!
EliminarQue la llame de una vez. Que con los macarrones se coma el orgullo -que quizá sea buen maridaje-, pero que acabe con esa fría soledad.
ResponderEliminarEspero el siguiente capítulo.
Un abrazo Alex.
¡Ahí, ahí! Que llene el frigorífico, vacíe el fregadero, limpie la cocina y tome las riendas. ¡Un abrazo!
Eliminar¡Uyyy! qué tristeza destilan tus cincuenta palabras en estas "dos" historias, me explico. La primera vez he visto un hombre sin recursos... sin dinero para el movíl, el frigo vacío, no quiere abusar del gas.. etc
ResponderEliminarPero la segunda, que es la "buena" he visto a un hombre al que se le cae la casa encima, añorando a su alma gemela... ¡ves? hay que leer los micros varias veces. Sobre todo, los buenos, como este que es ¡¡¡magnífico!!! y que conste que me he quedado con las ganas de ponerlo con mayúsculas... jajaja
Un abrazo.
¡Muchísimas gracias, Rosy! No se me había ocurrido que pudiera parecer un tipo sin dinero; efectivamente, es pura apatía (sobre todo se deja ver en que empieza y acaba con el verbo "hundir", y que come por comer). ¡Un abrazo!
Eliminar¡Cuánta soledad en cincuenta palabras (y tres en el título)!
ResponderEliminarAunque la mejor compañía no es una tele con el volumen más alto (en realidad no lo es ni siquiera apagada), tu protagonista se refugia en un plato, triste plato, de macarrones fríos que lo único que sirven es para alimentar el cuerpo, mientras el alma sigue vagando entre pena y pena.
¡Buen micro, Álex! De esos que hacen pensar en las personas.
¡Muchas gracias, José Antonio!
EliminarMagnífico relato, Álex. Me pregunto cómo debe ser la persona cuya ausencia protagoniza la historia, que hasta los electrodomésticos la echan de menos.
ResponderEliminarY un título de los de manual. Genial.
Veo que tú también has pensado en la persona que de pronto le falta al personaje. Clavado lo de que su ausencia es la verdadera protagonista. ¡Un abrazo y gracias!
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