El jardinero
Mi mujer empieza a gritar, pero no hago caso de sus chillidos, afortunadamente aplacados por el intenso ruido del cortacésped. Aunque me suplica que pare, que ella no merece ese agravio, yo no apago la máquina hasta que el jardín de la atractiva vecina luce tan impecable como el nuestro.
Muy bueno. Pero no debería molestarse su mejor. Sólo cepillaba el césped!
ResponderEliminarMe gusta.
Saludos.
Bueno, la parte positiva es que también ha segado su propio jardín. Una historia bien contada.
ResponderEliminarSaludos, Sara.
Queda claro que la doña no es boba, no cree en la solidaridad vecinal del marido. El inicio de la historia asusta un poco, pero al final se siente alivio con esa resolución tan ingeniosa. Buen micro-rrelato.
ResponderEliminarSaludos.
Huy, huy... aquí hay lío. ¿Luzca por luce, quizás, Sara? Muy bueno.
ResponderEliminarBsss
No sé por qué me ha venido a la mente esa frase de "siempre es más verde el césped del vecino", ja, ja ja...
ResponderEliminarMuy bueno Sara, te felicito. Besos.
Malu.
Has dado en el clavo, Sara. Cuando se quede libre la vecina, mándamela, a ver si, invitándola a tomar café de vez en cuando, consigo que uno que yo me sé recoja sus tratos desparramados por toda la casa. Si lo hace, la invito a café de por vida.
ResponderEliminarUn beso.
Parece que esta pareja lleva tiempo discutiendo por cualquier cosa y que esta situación se pudiera mantener toda una vida. Tal vez se merezcan mandar todo al carajo, irse él con la vecina y ella con el compañero del gimnasio.
ResponderEliminarMuy bueno Sara.
Un abrazo.
Para mi que lo que quiere en verdad es regarle las margaritas a la vecina, porque las que tiene en casa están ya mustias.
ResponderEliminarBuena historia, Sara, y bien contada.
Ese luce me lleva a pensar que no es la primera vez que se entretiene con el jardín de la vecina, así que lo mejor que puede hacer su mujer es dejarse de tantos gritos y buscarse otro jardinero.
ResponderEliminarMuy bien contada la historia, Sara.
Un saludo.
Parecía que la mujer podría terminar como el césped, pero por suerte para ella no ha sido así. La pregunta que nos hacemos es si en lugar de vecina hubiera sido un vecino, la solidaridad del marido habría sido la misma.
ResponderEliminarUn saludo, Sara
Y yo, que no soy amiga de enemistades, me pregunto si podría mantener cuidados ambos jardines... ¿o no? Je, je, je.
ResponderEliminarMe ha gustado la bronca, digo el relato, Sara.
Un saludo.
Hola Sara, otras letras conocidas! Lo cierto es que estoy reencontrándome con mucha gente de la que no me canso de leer historias...Un jardinero muy, pero que muy amable ¿verdad?Amabilísimo.
ResponderEliminarUn beso.
Sara, me ha gustado tu relato, especialmente la colocación de la palabra 'agravio' haciendo de puente entre la parte del texto de lo que parece ser y la parte final, lo que realmente es.
ResponderEliminarEl día menos pensado, ese amable muchacho se ofrecerá a cortar él mismo el césped de la pobre vecinita. Si no, al tiempo.
Un saludo
Un giro inesperado hace que el micro cambie hacia un rumbo menos "gore" de lo que parecía. Me ha gustado cómo has contado la historia, Sara. Felicidades y un saludo.
ResponderEliminar¡Muchas gracias por vuestros comentarios!
ResponderEliminarAbrazos.