La caza
El ladronzuelo se escabulle como una lagartija entre las alcantarillas. Los esbirros del gobernador toman posiciones. Una vez devora el mendrugo robado, asoma confiado por el colector. Un garrotazo hace estallar su cabeza. "¡Así limpiamos la ciudad de ratas!", gritan a la vez que arrastran el pequeño cuerpo sin vida.
Matrioska, has conseguido que lea tu relato a ras de suelo, entre adoquines encharcados pobremente iluminados con farolas de gas.
ResponderEliminarHuele a Dickens,
Es brutal, en el más amplio sentido de la palabra. Me ha gustado mucho.
saludos.
¡Vaya pedazo de cacho de últimos relatos! ¡Qué gozada!
Muchas gracias, Antonio, eres tú con tu comentario el que le ha dado realmente valor al micro. Un saludo.
EliminarGenial Matrioska.
ResponderEliminarHas escrito una novela en 50 palabras.
Como dice Antonio, parece un capítulo sacado de alguna novela victoriana con un triste final.
¡Ojo!, veo también un trasfondo. Los que roban para comer por necesidad, siendo críos inocentes, pagan la afrenta. Los que roban al pueblo para enriquecerse, no tienen nada que pagar.
Excelente escritura.
Besote.
Pablo.
Gracias, Pablo. Así es, esa, en resumidas cuentas, es la historia de la humanidad. Lo fue en el pasado, lo es en el presente y, me temo, lo será en el futuro. Otro besote para vos.
EliminarBravo... Me sumo a lo que ya se ha dicho, una novela de una época pasada llevada a la realidad del presente. Enhorabuena!!! Vaya nivelazo hay por estos lugares. Un abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias, Carmen, es un gusto leer vuestros comentarios. ;-) Un abrazo.
EliminarLos vientres agradecidos de los esbirros no son capaces de comprender la necesidad, el hambre de un simple muchacho, al que tratan como a la peor de las alimañas. Su acción de "limpieza" es apenas un simple detalle para el transcurrir de una ciudad, una vida por la que no va a reclamar nadie, pero quién sabe si no han dado cuenta de un gran talento en potencia, perdido ahora para siempre.
ResponderEliminarUn abrazo
Es verdad, Ángel, ¿y sabes qué es lo peor? Que todavía hoy, hay miles de niños viviendo situaciones aún más terribles. Es monstruoso. Un abrazo.
EliminarDuro relato como duro sería ese mendrugo robado. Aquí no hay ni justicia humana ni divina... Solamente veo injusticia.
ResponderEliminarVa mi "Me gusta" y mi reconocimiento por un texto tan bien escrito.
Saludos, Matrioska.
Cierto es que no hay más que injusticia pero, según lo veo yo, injusticia cometida por la bajeza humana. Muchas gracias, José Antonio y un abrazo.
EliminarUn microrrelato impecable, al leerlo se sabe que se cuenta una buena historia, pero hay un trasfondo que la supera. Otro relato que me ha gustado mucho.
ResponderEliminarSaludos.
Muchas gracias, Beto, me alegra mucho que te haya gustado. :) Un saludo.
Eliminar¡Qué bien contado! Un relato lleno de acción y de imágenes brillantes.
ResponderEliminarBien podría ser parte de un guión cinematográfico.
Enhorabuena, Matrioska.
Saludos.
Ahora no sabría decirte pero, seguro que tiene que haber más de una imagen de cine que refleje una escena parecida. Muchas gracias, Jose y un saludo.
EliminarSi esto no ocurriera de verdad, en ciudades donde a los niños muertos de hambre por el hecho de dar mala imagen, se les extermina, te diría que has exagerado... pero por desgracia, no, no lo has hecho...
ResponderEliminarMagníficamente bien narrado a pesar de su crueldad...
Saludos
Cuánta razón tienes, Rosy, aunque parezcan prácticas de otras épocas, hoy por hoy se siguen “limpiando” las calles de “miserables”. Muchas gracias y un saludo.
Eliminar¡Uf, impresionante, Matrioska! Lo que cuentas y cómo lo cuentas.
ResponderEliminarMe quito el sombrero.
Un saludo.
Muchas gracias, Margarita, viniendo de alguien tan buena en esto de los micros es todo un elogio para mí. :) Un saludo.
EliminarComo apuntaba Ángel más arriba, lo más terrible es que la criatura no tendrá quien le llore. Por no tener, no tiene ni nombre. Solo sabemos que es una "rata". Por lo menos, Matrioska, tú le has hecho visible entre nosotros.
ResponderEliminarBuen relato.
Saludos
Ahí le has dado, Notincgas. Estos pobres infelices, por no tener, no tendrán ni nombre. Muchas gracias y un saludo.
EliminarUn gran relato y bien narrado, sentí ese garrotazo. Lo haces muy bien Matrioska, es muy buena la manera como nos enganchas a cincuenta palabras que lo dicen todo.
ResponderEliminarMuchas gracias, Maite, eres un encanto. Un beso grande.
EliminarMe sumo a todos los comentarios y te felicito porque el relato es tan grande como brutal, me ha gustado mucho Matrioska.
ResponderEliminarUn beso.
Malu.
Muchas gracias, Malu, y sí, es verdad que el micro es una miaja brutal. Un beso.
EliminarUn relato con reminiscencias de una época pasada, pero con un trasfondo atemporal porque los pobres, sea la época que sea, estorban siempre. Me ha encantado tu micro, Matrioska,
ResponderEliminarUn saludo.
Como comentaba antes Rosy, todavía hoy se hacen verdaderas bestialidades con los niños de las calles en algunos países. Muchas gracias, Fina y un saludo.
EliminarHermoso y triste cuento con un mensaje evidente que te obliga a recapacitar… El título, implacable.
ResponderEliminarEnhorabuena, Matrioska.
Un saludo.
Muchas gracias por tu comentario, Mª Jesús. Un saludo.
ResponderEliminarPobres de los pobres, Matrioska. Al final, toda la miseria que genera la riqueza de unos pocos acaba estorbando y "afeando", y hay que limpiarla. No hace mucho que uno de nuestros políticos hizo suyos este pensamiento y esta intención, por cruel y cínico que pueda parecer. Me ha gustado bastante tu relato, por lo que cuentas y por cómo lo haces.
ResponderEliminarEnhorabuena y saludos.
Enrique.
Muchas gracias, Enrique. Lo verdaderamente triste es que parece que eso es algo intrínseco de la humanidad. Unos lo provocan, otros lo toleran y los más, lo sufren. Un saludo.
EliminarLa tarea: quitar de la vista... Sin embargo es la realidad que nos acompaña oculta siempre por la televisión, por el civismo, por las calles de turistas... Pasan los años, pasa la vida, pasan los siglos y en todos los pueblos siempre habrá sicarios que cumplan su trabajo: quitar de la vista, acabar con la lacra social... en vez de trabajar con ellos para erradicarla de todas partes.
ResponderEliminarAsí es, Salvador, vivimos o nos hacen creer que vivimos en un mundo limpio pero, en realidad lo que se hace es esconder las miserias bajo la alfombra. Gracias por comentar y un saludo.
EliminarEnhorabuena Matrioska
ResponderEliminarMuchas gracias, Raquel. Un saludo.
EliminarMatrioska, terrible relato que parece reflejar otra época, pero, por desgracia, esas injusticias campan a sus anchas en este mundo nuestro. Muy bueno. Un abrazo.
ResponderEliminarPasan los siglos y parece que no aprendemos nada. Un abrazo, Salvador, y muchas gracias.
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